Tienen tan poco amor al país, memoria muy corta y una mente tan colonizada, que les importa más la opinión de revistas y gobiernos extranjeros que la de los mexicanos olvidados históricamente.
Cuando se populariza la noción de que las élites conservadoras y las autoridades usan su posición para enriquecerse y sostener sus prerrogativas, se producen dos posibles efectos en los ciudadanos: uno es el enojo y frustración, que se convierten en búsqueda del cambio de tal situación; y otro el acomodo y la ceguera para ser parte de ese mundo privilegiado (aunque sea tan solo creencia de pertenencia) dejando atrás la historia, la ética y la lógica.
En este segundo grupo podríamos generalizar en tres grandes clanes a aquellos que mantienen un desprecio permanente, y a mi forma de ver injusto, al proyecto 4T y al Presidente López Obrador y a quienes los apoyamos.
a) Las élites empresariales acostumbradas a que su generación de riqueza tuviera como sustento la trampa, el compadrazgo, la evasión fiscal y el empleo de mano de obra barata y sin prestaciones. Los pequeños empresarios que recibían de su “cuate” funcionario o de sus “contactos” alguna concesión o contrato para sustentar su empresa usualmente improductiva.
b) Funcionarios, burócratas y políticos de partidos opositores que se vieron avasallados por la fuerza lopezobradorista, desplazados del presupuesto y marcados como la esencia de la corrupción y saqueo al país. No importa el origen del funcionario o la “ideología” que solía representar, son aquellos que por unos cuántos o unos muchos pesos hoy se presentan como cínicos y frenéticos enemigos de todo lo que huela a 4T.
c) Una ruidosa y poco culta clase media, aspiracional «wannabe» que no se permite reconocer en la mediocridad en que la mantuvo la política de los gobiernos neoliberales; que vive de crédito, bajos salarios y que al tiempo que niega su realidad para diferenciarse del «pobre y naco» se avergüenza de la mexicanidad y nacionalismo del proyecto actual de la 4T. Irónicamente es en este este grupo donde se concentra el clasismo como visión fundamental de las relaciones sociales.
Digo que me parece injusto el desprecio por estos grupos porque, en contraposición a su manera de pensar, la perspectiva de quienes estamos a favor del proyecto 4T nace de reconocer por lo menos dos cosas: la tremenda desigualdad social como consecuencia de las políticas neoliberales de los últimos 30 años que concentraron en pocas manos los bienes nacionales y el usufructo de la riqueza del país; y, el saqueo del presupuesto a manos de la mayoría de quienes han gobernado, desde los puestos más altos pasando por toda la estructura burocrática, haciendo parecer natural que cualquier ex funcionario público, incluso los de los niveles menores, por el solo hecho de haber trabajado en el gobierno goce de dineros y recursos inexplicables.
Adicional a esta visión de la que partimos quienes estamos a favor de la 4T están los hechos, reales y sustentados del resultado de la gestión del presidente López Obrador. Es vago e inútil pretender responder al argumento del error específico y puntual que en cualquier gestión se comete; cualquiera que no se centre en el “detalle” y tenga un mínimo de criterio para entender el fondo y trascendencia del cambio que está sucediendo, es decir que vea el bosque y no el pequeño árbol, también podría darse cuenta del éxito del cometido lopezobradorista, pero asumo que no se da ni se dará porque va en contra de la narrativa que les permite vivir en el intento de recuperar privilegios reales o imaginarios pasados.
A diferencia del mensaje constante y sesgado que expresan los abajofirmantes (a quienes me referí en la columna pasada) en su intento de incidir en el rumbo del gobierno, nosotros, los arriba firmantes, entendemos que políticas y medidas como becas para estudiantes, trabajos y entrenamiento para los que no lo son, pensión universal para adultos mayores, apoyos para madres solteras y discapacitados, seguro de desempleo, microcréditos para cientos de miles de pequeños empresarios, programas técnicos, fertilizantes y precios de garantía para el campo y un incremento real al salario mínimo superior al 60% son fundamentales para empezar a romper con el círculo de generación de pobreza.
Por otra parte el mantenimiento de los fundamentos macroeconómicos de estabilidad del peso, política de no endeudamiento y austeridad en el gasto son hechos reales a pesar de que no se reconocen por los odiadores del proyecto 4T; igual pasa con los cambios en las políticas sindicales, con la prohibición del uso del glifosato, etiquetado en alimentos y bebidas, control del outsourcing que precarizó los beneficios sociales y puso en riego el futuro de las pensiones de millones de mexicanos, modificaciones en los planes de afores y edad para retiro, acabar con el fuero de los altos puestos y la introducción de la revocación de mandato; marcan un giro en el camino al abismo al que se dirigía el país.
La política exterior que le pone un alto al injerecismo, principalmente de estados Unidos pero también de Canadá, España y otros países de Europa y que mete a México en el multilateralismo que parte del respeto a la soberanía nacional, ha significado para los opositores al presidente un golpe a su mentalidad colonialista.
Los grandes proyectos del aeropuerto de Santa Lucía, Refinería de Dos Bocas, la Construcción del Tren Maya, la cobertura de internet en todo el país, la construcción de manera masiva de caminos rurales y muchos otros más, son situaciones de hecho que pasan como si no existieran para los desvergonzados opositores pero que millones de mexicanos sí vemos.
Muchos otros hechos más podrían ser referidos en este listado pero resultaría muy extenso hacerlo. Hay datos duros y hay hechos de gobierno; de ello nos nutrimos los que apoyamos al proyecto 4T; no esperamos que los opositores lo hagan, su odio les ciega, la poca información que les provee los medios tradicionales y en muchos casos su mentalidad clasista y arrogante les impide admirarse del momento significativo que vive el país.