La política es la historia que se está haciendo, o que se está deshaciendo.
(Henri Bordeaux, escritor)
En la circunstancia mexicana actual el hecho de que la oposición carezca de ubicación ideológica, de liderazgo, de estructura, de poder político de importancia y sobre todo de relación y arraigo con la sociedad mayoritaria, hace que su narrativa esté formada de frases sueltas, mensajes equívocos y contradictorios; dado que tiene recursos económicos actúa de forma sincronizada en medios y redes sociales con “recados” que se repiten una y otra vez porque además son replicados por esos despechados de los que hablaré más adelante. Recados, frases, memes, que no tienen soporte o solidez alguna pero que en su brusquedad pretenden que se queden en el imaginario porque asumen que con frases de unas cuantas palabras es como lograrán permear su ficción, así que decir: ¡es un dictador!, ¡nos está destruyendo!, ¡hunden al país!, ¡nos están Venezuelando!, ¡antes estábamos mejor!, ¡se reelegirán! etc. es la suma de su marco teórico. No es que de su marco teórico salgan esas frases, sino que esas frases lo fundamentan. Son como una serpiente mordiéndose su propia cola.
Tradicionalmente, previo a cada elección de medio término o sexenal, tres o más partidos se disputaban el terreno ideológico para salir a presentar sus propuestas políticas al mercado votante, entre ellos buscaban marcar diferencias para que su discurso atrajera a distintos grupos.
Invariablemente había un partido (PAN) que agrupaba las posiciones del espectro conservador, desde el centroderecha pasando por el catacumbismo hasta arropar a la ultraderecha. El factor de unión incluía por lo general el relato de enfrentar al comunismo, la homofobia, el clasismo y la defensa de la familia (lo que sea que esto último les significara)
Por otra parte lo que se conocía como izquierda (en su momento el PRD), con posiciones incluyentes respecto a la sociedad, con una intencionalidad de justicia social y defensor de las luchas históricas en beneficio de la colectividad.
Finalmente el partido al que históricamente había que confrontarse (PRI), que reunía en sus formas todo aquello que había llevado a que el país viviera una desigualdad creciente y corrupción lacerante que como hiedra carcomió todas las estructuras institucionales.
Al triunfo del panismo vía Fox seguido del arrebatado gobierno de Calderón, su mimetización con las maneras priistas de gobernar los llevo a un punto en que hablar de uno y otro era lo mismo, pasaron a ser el PRIAN. Durante el sexenio peñanietista, el partido principal de izquierda, el PRD, fue coptado por el priismo y el panismo a quienes les aprobó en comparsa reformas que iban en contra del discurso habitual opositor que le diferenciaba, esto ocasionó que con el paso de los meses y en nombre de una “izquierda moderna” perdiera su identidad para convertirse en patiño para beneficio de sus nuevos jefes. La salida de López Obrador y miles de miembros fue la pica que lo volvió prácticamente marginal en el reparto político.
El triunfo de MORENA, logrado por un amplio movimiento no solo de lopezobradoristas sino también de ex perredistas, ex panistas, ex priistas y ex casi todo, mas grandes mayorías sin partido de cualesquiera categorías (por género, por estudios, por edades, por ocupación), tuvo como consecuencia que los tres disminuidos partidos, antaño mayoritarios, coligados con grupos de poder económico y de medios de comunicación que quedaron fuera de la nueva realidad política, se agruparan para, ya sin la necesidad de un discurso propio por estar absolutamente diezmados, encarar al nuevo gobierno que les rindió en la democracia de los votos. Esta mescolanza de fuerzas es lo que conforma a las viudas y viudos del infame régimen neoliberal. Su relato unificador es en contra de todo, en vez de a favor de algo que no sea el pasado. Bien decía el expresidente italiano Andreotti, que el poder no desgastaba sino que lo que lo hacía era el no tenerlo.
En esta oposición hoy visible hay también una amalgama de políticos y funcionarios despechados, expulsados de los poderes políticos que les significa no poder disfrutar del presupuesto como patrimonio personal al que se habían acostumbrado; y son utilizados a conveniencia a manera de títeres por un pequeño grupo de miembros de poderes de facto que pelea por conservar privilegios y favores recibidos por los gobiernos anteriores. Se sirven unos a otros bajo el embuste de mutua conveniencia aunque en una desproporcionalidad abismal; los primeros por un puesto, una pequeña licencia, un sobre bajo la mesa; los segundos por los grandes contratos de obra pública, concesiones sobre recursos naturales, exenciones de impuestos y la posibilidad de mantenerse en la impunidad, con la complicidad del poder judicial, al frente de la operación de negocios ilegales como narcotráfico, huachicoleo, lavado de dinero, y tráfico de personas entre otros. Su circunstancia les une, seguramente de manera vergonzosa para algunos, pero si de limosneo presupuestal se trata, por ahora tienen que “tragar sapos”; su labor actual es escupir hacia arriba.
La naturaleza de los partidos políticos en su papel de oposición es de mucha importancia porque en teoría ese papel es ser el factor de control del gobierno en turno y la hipotética alternativa a ser futuro gobierno, casi se puede decir que la democracia no es factible sin la existencia de ella. Sin embargo su unión con determinados grupos es la que determina cómo se establece esa dicotomía gobierno vs. oposición.
Si la distinción es a manera de izquierda/derecha, liberales/conservadores, democracia/autoritarismo, comunismo/capitalismo etc. se puede hablar de una oposición de ideas, inclusive de prácticas, pero si es una distinción en la que no hay ideas sino tan solo: me opongo a todo lo que digas y hagas, abogo por regresar al status previo aunque la mayoría me haya rechazado y expulsado del poder, y que por vía del chantaje e intimidación pretende conseguir sus fines, quiere decir entonces que los grupos de poder económico y delincuencial les han marcado la agenda. Este último es el tipo de oposición que lamentablemente tenemos.
A esto se enfrenta la 4T, a golpeadores sin escrúpulos que van por todo lo que puedan sin importar el daño institucional que ocasionen, unos de manera abierta y descarada, otros taimadamente.