4T, Comunismo, Covid, ignorancia, México, Política, Rusos

¡Ahí vienen los rusos, ahí vienen los rusos!

Más vale callar, que con borrico hablar. (Refrán popular)


Durante la guerra fría (+-1945-1989) un día sí y otro también se contaban chistes (en el mundo occidental) sobre la Unión Soviética del tipo: – ¿Qué es algo que hace mucho ruido, produce mucho humo, consume 20 litros de gasolina por hora y corta una manzana en tres trozos? Respuesta: Es la máquina soviética para cortar una manzana en cuatro trozos. Y no solo con chistes se pretendía hacer ver a la Unión Soviética como un productor de malos productos, la prensa también se encargaba de menoscabar cualquier cosa que tuviera que ver con los “comunistas”; a fin de cuentas eso era parte de las estrategias de desinformación de la guerra fría. Los soviéticos por su parte decían cosas similares respecto a Estados Unidos y países de occidente.

A pesar de que la Unión Soviética contaba con lo que hoy llamamos “certificación” en sus productos, el llamado Estándar Estatal GOST, hay que recordar que su producción no estaba enfocada en bienes de uso común sino en bienes de tecnología y de guerra. Decir que la calidad de los productos fabricados en la Unión Soviética era “mala” posiblemente se podría referir a bienes de consumo que eran los únicos al alcance del pueblo soviético pero respecto a los productos tecnológicos y científicos los más altos estándares regían su producción. La URSS durante ese periodo se armó de misiles, submarinos, armas de todo tipo, radares, tecnología para espiar, productos de laboratorio y médicos que competían con sus similares fabricados en Occidente. A la caída del régimen soviético la tecnología espacial, nuclear y aeronáutica se consideraban altamente avanzadas. No debió haber sido fácil en 1957 haber puesto en órbita el Sputnik1 primer satélite orbital; ni es “enchílame otra gorda” haber fabricado el primer avión supersónico, el Tupolev 144; ni desarrollar los reactores y centrales nucleares que construyeron, o ser parte fundamental de la Estación Espacial Internacional y de manera más reciente en 2015 el desarrollo de las vacunas contra el ébola.

Pero, siempre hay un pero, para quienes solo se alimentaban de información que procuraba el bando opuesto a los “rusos” pues naturalmente y por necesidad argumentativa validaban el chiste con el que inicia esta columna.

Por cierto, a partir de 1999 Rusia cuenta con otra “certificación” de calidad que se somete a diferentes grupos de expertos, se llama “Marca Rusa”, y se  asigna en diferentes categorías como: «bienes rusos de alta calidad», «servicio de calidad ruso» y «tecnologías avanzadas rusas».

Pero, siempre puede haber un segundo pero, quienes hoy solo se guían por la recordación heredada de los chistes del pasado y por la información que genera el mundo industrial “occidental” pues desconocen lo anterior, no importa no saberlo, solo importa si se va a opinar del tema. Sin embargo, aun con la facilidad del acceso a la información hay quienes prefieren descartar los productos rusos por… rusos.

Dice Eysenck, el psicólogo inglés: “No hay nada más terrible que la ignorancia en acción. Creer una cosa sobre la base de pruebas insuficientes es siempre un error, en todas partes trátese de quien se trate. La gente que cree en absurdos cometerá atrocidades”

Si a la ignorancia del desarrollo industrial y científico de otros países que no sean los “conocidos, los de la conversación diaria, los del “amazon” digamos”, se le aumenta la estupidización del argumento ideológico del comunismo ruso, pues entonces sí, ahí es que se entiende toda la polémica alrededor de la vacuna Covid llamada “Sputnik”.

Una vez más, conocidos conservadores, trasnochados, anacrónicos y poco inteligentes comentadores acompañados por políticos alelados, se sienten “autorizados” de externar opiniones científicas por la única razón de tener el espacio en medios, foros y redes sociales para hacerlo; se encargaron de permear en parte de la población que les sigue y escucha, el sambenito de que la vacuna rusa “no era buena”, que mejor no hay que vacunarse con la comunista y solo con la americana; más o menos es la argumentación que usan. No por las razones científicas sino por sus pequeñas fobias ideológicas.

El pequeño universo conservador mexicano, el de extrema derecha, sigue usando el tema de COMUNISMO para intentar explicar su oposición a las políticas sociales, al ingreso justo, a la defensa de los derechos humanos. Usan el término comunista porque les suena a algo, algo que oyeron, algo que les enseñaron y no entendieron en sus escuelas, familias o iglesias.  Decir que López Obrador y su gobierno es comunista les parece que explica algo (que obviamente solo a sus afines con pocas neuronas y sin capacidad de raciocinio lo hace). El efecto del simplismo de meter a una licuadora: ruso, comunismo, vacuna sputnik, amlo, 4T como una mezcla, es que les hace inferir una vez más una estupidez.

Y !para más inri! cuando la rusofobia es inversamente proporcional a la gringofilia del creyente, se convierte en una situación que cae en la estéril discusión.

Hay muchos libros al respecto, hay historia fácil de allegarse para entender que el mundo ha cambiado y que el mundo de 1950 no es el mismo 70 años después.  

Estar en contra de un proyecto como la 4T es muy fácil, podría ser relativamente sencillo atacarlo en algunos aspectos puntuales porque ciertamente tiene errores y no avanza a la celeridad que muchos quisiéramos; pero no sucede esa narrativa porque se intenta argumentar en su contra con conceptos falsos, anacrónicos, carentes de realidad y viciados de origen; esto es que su punto de partida es el odio al proyecto o a la persona que lo encabeza y de ahí la derivación a usar en su contra cualquier elemento que les parezca un arma, por ejemplo el covid y todo lo que hay alrededor de esta grave pandemia.  Creo, espero no equivocarme, que esta es la principal razón de porqué en las siguientes elecciones ahondarán su desprestigio, se los dice cada día las encuestas de todos los que las hacen; se los dice el grado de aceptación que como persona tiene el presidente entre las grandes mayorías; se los dice el rechazo social a las opiniones de los alazrakis, carlosmarines y lilitellez que aparecen vomitando cada día; pero no han entendido y no hay visos de que entenderán.

Lo lamentable de esta historia, que ya parece cantada, es que a estos conservadores asustados con el petate del muerto, se les han unido algunos que solían pensar que una transformación era necesaria y que había que construirla rompiendo status quo; acabando con viejas formas, implementando nuevos paradigmas sociales e incluso de ética ciudadana; pero que por alguna razón hoy están pensando que es mejor el pasado reciente porque a ellos coincidentemente les fue bien y ahora no tanto y que su futuro está en acercarse a frenistas, panistas, margaritazavalistas, anayistas, equisgonzalistas, perredistas, quadristas y demás fierro viejo que vendan. Afortunadamente solo son una penosa minoría afligiéndose de los privilegios perdidos y viendo como van cayendo bajo la justicia sus referentes y comparsas en los gobiernos anteriores.  Para estos, de rebote les toca su parte de imaginario de “¡ahí vienen los rusos!, ¡ahí vienen los comunistas!, ¡ahí vienen los amloistas!”

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4T, AMLO, Covid, México, Odio, Política, Políticos mexicanos

La salud del Presidente y el odio del 11.95%

De mucha cruz en el pecho, y de puro diablo en los hechos. (Refrán popular)

Desde hace casi una semana el presidente tiene COVID, está en aislamiento y con los cuidados médicos correspondientes; los reportes del Dr. Gatell dicen que está con leves síntomas y que conforme pasan los días se encuentra en recuperación.

Desde hace casi una semana las redes sociales y medios de comunicación, a pesar del dicho de la secretaria de gobernación desde el primer día y del informe médico que se dio a partir del tercer día, desataron una campaña de desinformación sobre la salud de López Obrador; una campaña más de desinformación. Los analistas de algunos medios siembran dudas, sin tener la más mínima prueba alguna hablan de que se esconde la verdadera gravedad de su enfermedad, los más “avezados y neutrales” comentaristas tan solo plantean que en caso de… pues entonces el poder lo tendría que tener fulana o zutano; que se percibe una crisis gubernamental etc. etc. Nada nuevo en el panorama político de los opositores al presidente; le apuestan a que enferme gravemente y que de preferencia muera.  Sí, debido a esta circunstancia nos enteramos que prefieren su muerte.  Algunos medios, pocos, hacen eco a los reportes de salud médicos y desestiman a los atribulados y consuetudinarios aborrecedores que hablan con frecuencia del presidente.

Las redes sociales por su parte, en medio de ese anonimato, se dividen de manera abismal; las métricas que resultan dicen que el 11.95% de quienes se expresaron en esos medios envió mensajes de odio hacia Andrés Manuel, ese odio que solo se explica en palabras de Bernard Shaw cuando dice: “El odio es la venganza de un cobarde intimidado”. El resto de las comunicaciones sobre el presidente, ese 88.05% deseándole mejoría y buenos deseos.

Ayer el presidente publicó un video que acaba con los rumores maldicientes. Se podría suponer que ahí acabarán las falsas historias  sobre el tema de salud presidencial, no creo, mañana inventarán alguna otra.

Detengámonos en ese 11.95%, en esa minoría:

Más allá de este tema de salud, uno se asoma a la comunicación de estos grupos en la televisión, radio, columnas periodísticas y redes sociales y lo que se ve es un odio inextinguible. Su fanatismo, desconfianza y rivalidad envuelven todo. Para ellos no hay espacio para la diversidad de pensamiento, mucho menos para la diferencia pacífica. El pensamiento y análisis al que recurren se reduce al simplismo de la consigna antiamlo, a la consigna furiosa y perversa que miente una y otra vez y que tan solo se alimenta del rumor, del runrún que dicen que oyeron y que asumen como docta verdad. Es la misma minoría que se agrupa en cualquier agrupación política cuyo objetivo de actuación sea estar en contra del presidente y su gobierno. No necesitan estar a favor de nada, no tienen que proponer nada, es suficiente con estar en contra, les alcanza con la difamación.

“El odio es una larga espera” frase de René Maran, el escritor guyano-francés que a propósito de su libro “Batouala”, con el que ganó el Goncourt en 1921, en el que denunció la actitud y los abusos de la administración colonial de los países europeos contra los pueblos de África. Maran también dice en el prefacio: Todo lo que había dicho fue contestado con maldad y ferocidad y, para demostrar que me había equivocado, estudiaron lo que yo había visto. Se vieron obligados a decir que yo estaba diciendo la verdad (…)”. Sé que sería mucho pedirles a estos del oncepuntonoventaycincoporciento que leyeran a Maran, pero es obvio que su limitación para entender realidades no se los permitiría. 

¿A estos quienes detestan al presidente, de qué manera se les podría explicar algo? ¿Cómo podrían entender que dejando de lado la posición moral respecto al odio como cualidad humana, al igual que como lo es el amor, el perdón, la venganza, la ira, la paciencia, la envidia etc. ni siquiera les conviene que faltara el presidente?; que la turbulencia financiera que vendría y la inestabilidad política afectaría a todo el país por un largo tiempo.  No deben olvidar, aunque no les guste que se les recuerde, que AMLO es el presidente más votado en todos los grupos, géneros, clases y niveles socioeconómicos en la historia de México desde que hay participación política de distintos partidos. Que llegó al poder por el hartazgo de la sociedad de las formas de entender el mandato de las urnas por los gobiernos anteriores y los grupos de poder que les acompañaron en su rapacidad. Andres Manuel es quien expresa esa exasperación popular que difícilmente se contendría en caso de su ausencia. Pero no, no lo pueden entender, su irracional odio es mayor al más básico análisis razonado.

¿Y de qué se alimentan estos grupos de odio, cuáles son sus fuentes?

Algunos datos: Hay un escritor muy conocido, vende muchos libros de ficción histórica (que por cierto, algunos creen que es historia), tiene miles de seguidores en redes y participa activamente de programas de televisión, Francisco Martín Moreno, él en un programa de radio con el conductor y conocido odiador Pedro Ferriz, dijo que si él pudiera «quemaba vivos a todos los morenistas”. Así, como si nada.

Roberto Madrazo, conocido priista le decía al presidente Fox: “no podemos dejar que ese loco gane las elecciones”; algunos diputados panistas decían: «ya verán cómo nos vamos a chingar a López Obrador»; el secretario de educación de Peña Nieto, Otto Granados decía: «los priistas deberían leer a Maquiavelo: no hay que dejar a los adversarios a medio camino; hay que eliminarlo»; el disque periodista Ricardo Alemán decía no hace mucho: “al presidente hay que hacerle lo que su asesino le hizo a John Lennon”; Celia Lora, la mala cantante dice también: “hay que matar a AMLO”; Martha Sahagún le pedía a Fox: “Hay que parar como sea a ese loco”; el mismísimo “intelectual” y ex canciller foxista Jorge Castañeda decía que : «a AMLO hay que pararlo como sea, por la buena o por la mala».  Etcétera, etcétera, así como nada dicen estas cosas.

Los más burdos y precarios solo atinan a apodar al presidente de México como “cacas”, para ellos verse en el espejo y autonombrarse es su mejor forma de expresar su resentimiento.

Ah, pero si el presidente les dice a quienes les pagan a estos por extender su odio que son fifís, pues arde Troya.

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Covid, México, Política, Traiciones políticas

Covid o Covid, esa es la cuestión

Si se alivió el enfermo, ¡Bendito San Alejo!; si se murió ¡ah qué médico tan indejo! (Refrán popular)

Vivir  o morir, a eso nos enfrentamos en esta pandemia.  

Al inicio del 2020, el mundo parecía encaminado a continuar avanzando en lo que se llamó como: Objetivos de Desarrollo Sustentable, esos objetivos definidos y aprobados por la ONU y que debían alcanzarse 10 años después en 2030, que proyectaban disminuir la desigualdad, acabar con la pobreza extrema, garantizar acceso a la salud para todos, erradicar la violencia de género, entre otros.  Si ya de por sí su cumplimiento parecía un sueño civilizatorio, la tragedia de la pandemia del coronavirus los aleja de su alcance, las consecuencias que ya son visibles y presentes son pequeñas respecto a lo que irá sucediendo conforme se alarga en el tiempo el contagio, enfermedad y la muerte que conlleva.

La deuda fiscal de los países aumenta, las materias primas modifican sus precios abruptamente, el comercio se desploma de manera masiva en todo el mundo, las industrias de turismo, aviación, esparcimiento y muchas otras colapsan, las profundísimas crisis estructurales de muchos países ahondan el hambre, la pobreza, el daño ecológico, la migración y la violencia.

Y no hay para cuando.

Al momento los datos globales exponen una obvia realidad: los grupos vulnerables de cada país y sociedad son los más afectados de manera desproporcionada, conforme avanza la pandemia la brecha social aumenta. En todo el mundo el tener que ponderar entre ir a trabajar o morir de hambre se convirtió en la decisión existencial a la que se enfrenta una mayoría. Dice Oxfam, esa organización que aglutina esfuerzos en todo el mundo para combatir la desigualdad, que por causa de la pandemia tan solo en el año 2020 más de 120 millones de personas apuntarían a la inanición y pobreza extrema en todo el mundo y que un promedio de 12000 podría morir diariamente de hambre.

Una pandemia para la que nadie, ningún país y ningún sistema de salud estuvo preparado, avanza día a día al tiempo que los gobiernos van tomando medidas que les parecen correctas y que a la vuelta de las horas y días se ven rebasadas por la nueva realidad que se va enfrentando, nueva información de contagios, nuevas cepas, nuevas vacunas y tratamientos, nuevos costos, nuevas necesidades, ningún experto epidemiológico pudo o puede prever cuándo y cómo acabará y mientras tanto lo único cierto es la necesidad del confinamiento, este de manera más o menos brutal según las posibilidades económicas y sociales de cada uno, pero a fin de cuentas siempre brutal.

En México la pandemia nos llegó en medio de un sistema sanitario en malas condiciones, una capacidad hospitalaria insuficiente, una enorme corrupción en todo el sector de salud que alcanza a la compra y distribución de medicamentos, falta de médicos y personal de apoyo y, una recurrente crisis económica acompañada de la enorme deuda pública que consume el 60% de los ingresos del estado.

Desde inicio de la pandemia el esfuerzo del gobierno se centró en contener los contagios evitando saturar los hospitales dando tiempo a incrementar lo más rápido posible hospitales, camas, respiradores, médicos y medicinas.  Al inicio de la pandemia todo el país contaba con apenas unas 3000 camas de cuidados intensivos en los hospitales públicos, 10 meses después se cuenta con varios miles más, (sí, aunque usted no lo crea, tan solo 3000 camas +- era la capacidad de todos los hospitales públicos del país)

A partir de que las vacunas empiezan a  distribuirse en México el reto del gobierno es vacunar en el menor tiempo posible a toda la población, el gobierno decidió el orden en que lo hará priorizando al personal de salud y a las personas mayores  y más vulnerables y  definió que esta será gratuita y universal; la logística involucrada se antoja complicadísima pero por el bien de todos tendrá que funcionar.

La precariedad del sistema de salud no es de hoy ni de hace un año, es la suma del desinterés e ineficiencia pública de los gobiernos anteriores, esa desvencijada estructura sanitaria es lo que se encontró a la llegada del virus y con eso se trabaja y a marchas forzadas se intenta transformar en algo eficiente y que atienda las necesidades que cada día se van presentando. El gran problema que veo es que todos aquellos partidos políticos y funcionarios que dejaron tal desastre hoy se lavan las manos y culpan un día sí y el otro también al gobierno actual.

Estos emisarios del pasado han utilizado la pandemia como herramienta de ataque político al gobierno de López Obrador, como si eso fuera lo importante y no la unidad ante la gravísima situación, han criticado cualquier decisión tomada, han boicoteado campañas, estrategias y cualquier medida que se ha tenido que tomar. Recordemos que este gobierno da una conferencia diaria que de manera consistente explica con palitos y bolitas la situación; conferencias sustentadas con datos duros, análisis y medidas y sin embargo, aún así, estos disconformes con poder en medios y redes atacan al gobierno con datos falsos y politiquería barata. Para ellos cualquier mínimo error es exponenciado, un caso es extendido a la totalidad, para ellos una golondrina sí hace verano.

En una circunstancia tan grave como la que se vive en México y en todo el mundo, como ya vimos antes, estos opositores al gobierno han dedicado todos sus esfuerzos a obstaculizar, a criticar, y, entre otras cosas: a hacer escarnio de quienes deben por necesidad de subsistencia salir a trabajar y por lo mismo tachan de irresponsables; a intentar dinamitar las disposiciones de las autoridades de salud usando como frente de batalla a aquellos funcionarios que fueron parte de la construcción de la situación actual en salud y que ahora sí tienen respuestas y soluciones para todo; y de la jerarquía del Dr. López Gatell (médico cirujano, especialista en medicina interna, maestro en ciencias médicas, doctor en epidemiología etc.) quien aparece como el vocero por parte del gobierno al frente del tema y a quien en vez de valorar y apoyar le juzgan por sus vacaciones en Oaxaca de un fin de semana o por con quién se acuesta, de ese tamaño de la perversidad de estos cavernarios políticos . El gobierno tiene a cargo a especialistas epidemiológicos de primera talla y el reconocimiento por parte de la OMS y la OPS de los criterios técnicos y científicos de las decisiones que se han ido tomando y, a pesar de eso las críticas opositoras no cesan y se acentúan en el entorno de inicio de campañas políticas.

Si en alguna ocasión debieron demostrar nobleza al país y unidad ante el desafío de todos, los contrincantes políticos se han exhibido como hienas al acecho de malas noticias, para ellos más muertes, más contagios, problemas en la logística de vacunación y todo el drama alrededor de este evento significa buenas noticias. A eso apuestan y a eso se dedican.

Después de la segunda guerra mundial, Winston Churchill dijo “Never let a good crisis go to waste”, en algún momento tal frase también la utilizó Rahm Emmanuel, e jefe de gabinete de Obama; López Obrador dijo al referirse a la pandemia que “nos cayó como anillo al dedo” La gente pensante en uno y otro caso entendió el significado de sus palabras: las crisis crean la oportunidad de resolver problemas añejos (en este caso posiblemente el deterioro en el sistema de salud podría ser), los contrincantes y malas leches usaron la frase para insinuar que AMLO se ufanaba de la tragedia. Así cada vez, cada tema, cada evento; una y otra vez es claro que no entienden, no quieren entender o no les conviene entender.

El coronavirus ha venido a destruir nuestras creencias. Este virus nos ha arrinconado, nos está matando, cambió nuestros pequeños actos de humanidad como besarnos, abrazarnos y reunirnos a eventos de duda y conflicto. Nos ha explicado que lo que creíamos normal tal vez no lo sea nunca más, que no mantenemos el control que creíamos tener, nos constató que la desigualdad es el gran dilema a resolver y que hoy las grandes mayorías tiene la vida en el límite del abismo. 

Pero estos opositores al gobierno no captan siquiera estas cosas, son canallas, a pesar de la circunstancia sus intereses no cambian, quieren el poder no para resolver (porque no lo hicieron cuando lo tuvieron) sino tan solo para enriquecerse. Para ellos el país es lo de menos.

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