4T, AMLO, Clasismo, Corrupción, Elecciones 2021, País, Política, Políticos mexicanos

Las razones de nosotros, (los arriba firmantes)

Tienen tan poco amor al país, memoria muy corta y una mente tan colonizada, que les importa más la opinión de revistas y gobiernos extranjeros que la de los mexicanos olvidados históricamente.

Cuando se populariza la noción de que las élites conservadoras y las autoridades usan su posición para enriquecerse y sostener sus prerrogativas, se producen dos posibles efectos en los ciudadanos: uno es el enojo y frustración, que se convierten en búsqueda del cambio de tal situación; y otro el acomodo y la ceguera para ser parte de ese mundo privilegiado (aunque sea tan solo creencia de pertenencia) dejando atrás la historia, la ética y la lógica.

En este segundo grupo podríamos generalizar en  tres grandes clanes a aquellos que mantienen un desprecio permanente, y a mi forma de ver injusto,  al proyecto 4T y al Presidente López Obrador y a quienes los apoyamos.

a) Las élites empresariales acostumbradas a que su generación de riqueza tuviera como sustento la trampa, el compadrazgo, la evasión fiscal y el empleo de  mano de obra barata y sin prestaciones. Los pequeños empresarios que recibían de su “cuate” funcionario o de sus “contactos” alguna concesión o contrato para sustentar su empresa usualmente improductiva.

b) Funcionarios, burócratas y políticos de partidos opositores que se vieron avasallados por la fuerza lopezobradorista, desplazados del presupuesto y marcados como la esencia de la corrupción y saqueo al país. No importa el origen del funcionario o la “ideología” que solía representar, son aquellos que por unos cuántos o unos muchos pesos hoy se presentan como cínicos y frenéticos enemigos de todo lo que huela a 4T.

c) Una ruidosa y poco culta clase media,  aspiracional «wannabe» que no se permite reconocer en la mediocridad en que la mantuvo la política de los gobiernos neoliberales; que vive de crédito, bajos salarios y que al tiempo que niega su realidad para diferenciarse del «pobre y naco» se avergüenza de la mexicanidad y nacionalismo del proyecto actual de la 4T. Irónicamente es en este este grupo donde se concentra el clasismo como visión fundamental de las relaciones sociales.

Digo que me parece injusto el desprecio por estos grupos porque, en contraposición a su manera de pensar, la perspectiva de quienes estamos a favor del proyecto 4T nace de reconocer por lo menos dos cosas: la tremenda desigualdad social como consecuencia de las políticas neoliberales de los últimos 30 años que concentraron en pocas manos los bienes nacionales y el usufructo de la riqueza del país; y, el saqueo del presupuesto a manos de la mayoría de quienes han gobernado, desde los puestos más altos pasando por toda la estructura burocrática, haciendo parecer natural que cualquier ex funcionario público, incluso los de los niveles menores, por el solo hecho de haber trabajado en el gobierno goce de dineros y recursos inexplicables.

Adicional a esta visión de la que partimos quienes estamos a favor de la 4T están los hechos, reales y sustentados del resultado de la gestión del presidente López Obrador. Es vago e inútil pretender responder al argumento del error específico y puntual que en cualquier gestión se comete; cualquiera que no se centre en el “detalle” y tenga un mínimo de criterio para entender el fondo y trascendencia del cambio que está sucediendo, es decir que vea el bosque y no el pequeño árbol, también podría darse cuenta del éxito del cometido lopezobradorista, pero asumo que no se da ni se dará porque va en contra de la narrativa que les permite vivir en el intento de recuperar privilegios reales o imaginarios pasados.

A diferencia del mensaje constante y sesgado que expresan los abajofirmantes (a quienes me referí en la columna pasada) en su intento de incidir en el rumbo del gobierno, nosotros, los arriba firmantes, entendemos que políticas y medidas como becas para estudiantes, trabajos y entrenamiento para los que no lo son, pensión universal para adultos mayores, apoyos para madres solteras y discapacitados, seguro de desempleo, microcréditos para cientos de miles de pequeños empresarios, programas técnicos, fertilizantes y precios de garantía para el campo y un incremento real al salario mínimo superior al 60% son fundamentales para empezar a romper con el círculo de generación de pobreza.

Por otra parte el mantenimiento de los fundamentos macroeconómicos de estabilidad del peso, política de no endeudamiento y austeridad en el gasto son hechos reales a pesar de que no se reconocen por los odiadores del proyecto 4T; igual pasa con los cambios en las políticas sindicales, con la prohibición del uso del glifosato, etiquetado en alimentos y bebidas, control del outsourcing que precarizó los beneficios sociales y puso en riego el futuro de las pensiones de millones de mexicanos, modificaciones en los planes de afores y edad para retiro, acabar con el fuero de los altos puestos y la introducción de la revocación de mandato; marcan un giro en el camino al abismo al que se dirigía el país.

La política exterior que le pone un alto al injerecismo, principalmente de estados Unidos pero también de Canadá, España y otros países de Europa y que mete a México en el multilateralismo que parte del respeto a la soberanía nacional, ha significado para los opositores al presidente un golpe a su mentalidad colonialista.

Los grandes proyectos del aeropuerto de Santa Lucía, Refinería de Dos Bocas, la Construcción del Tren Maya, la cobertura de internet en todo el país, la construcción de manera masiva de caminos rurales y muchos otros más, son situaciones de hecho que pasan como si no existieran para los desvergonzados opositores pero que millones de mexicanos sí vemos.

Muchos otros hechos más podrían ser referidos en este listado pero resultaría muy extenso hacerlo. Hay datos duros y hay hechos de gobierno; de ello nos nutrimos los que apoyamos al proyecto 4T; no esperamos que los opositores lo hagan, su odio les ciega, la poca información que les provee los medios tradicionales y en muchos casos su mentalidad clasista y arrogante les impide admirarse del momento significativo que vive el país.

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4T, AMLO, Censura, Desmemoria, Futuro, México, País, Traiciones políticas

Ustedes, los abajo firmantes

Ustedes, quienes en medio de su palabrería hueca bien cubierta de tecnicismos y legalismos que encajan palabra a palabra en lo “correctamente político” se atribuyen el derecho a guiar las funciones de un gobierno por el que no votaron y que no les debe nada.

Ustedes, las plumas pagadas de tinta desgastada que se diluye letra tras letra en su repetido discurso; ustedes los que cuando se les necesitó no estuvieron, cuando la tragedia del país les pasó por sus ojos y prefirieron buscar sus becas y publicaciones. Ustedes, que al tiempo que los recursos del país se regalaban a propios y extraños, prefirieron ser ciegos si el reparto de prebendas y representaciones culturales les llenaba los bolsillos.

Ustedes que en 30 años de neoliberalismo silenciaron sus voces, que se acomodaron a ser los perros falderos del ágora siempre y cuando se les asegurara sus éxitos profesionales, su próximo seminario, su siguiente participación en algún programa de discusión, su inclusión en alguna lista de acompañantes de suntuosos viajes presidenciales o la adquisición por miles y decenas de miles de sus revistas, libros y colaboraciones que publicaran.

Ustedes, los que por 30 años nos mintieron con su silencio, hoy son convenientes abajo firmantes.

Ustedes, que por 30 años no vieron partidas secretas, fideicomisos inexplicables, pensiones vitalicias, avión imperial, chayote a por mayor, condonaciones de impuestos, creciente desigualdad, violencia que se extendía por todas partes; al tiempo que ustedes solo veían modernidad, inclusión en el mundo, membresías exclusivas y alabanzas de quienes nos endeudaban y compraban a pedazos la industria energética, ustedes que aplaudieron la rapiña del Fobaproa que acabará pagando nuestros nietos.

Ustedes los engañabobos que solo entre sí mismos aplauden sus ideas, que al “sí señor” se volvieron oportunistas del lenguaje; que en párrafos y párrafos arroparon a los desnudos emperadores mientras el país naufragaba en sangre, sí ustedes:

Después de su deconstrucción como tapetes del poder en el periodo neoliberal, ustedes, los mismos de siempre, ahora en su papel de abajo firmar todo lo que se oponga al gobierno del presidente López Obrador.

Con los recursos, que parecen inagotables, de empresarios, partidos y mafias, son la punta de lanza “intelectual” que antagoniza con el proyecto 4T. En un puesto o en otro, en una organización u otra, un think tank u otro, son los encargados de redactar algo que sustente de vez en vez lo que sus patrones quieren decir y así hacer parecer que ¡600 abajo firmantes!, ¡2500 abajo firmantes!, siempre bien acompañados de algún actor relumbrante (de preferencia que viva en Estados Unidos), piensan sobre las decisiones que se toman hoy en el país. ¡Mejor cuidar beca que país!

Han firmado de todo, porque además son especialistas en todo, y si no tienen a la coparmex que les cubra esa parte, y si no tienen al Sr. X que les truene los dedos y les diga para dónde sopla el viento; así hoy son abajo firmantes en contra de La Guardia Nacional y del aeropuerto de Santa Lucía, como antes lo fueron del desplegado que decía que no hubo fraude en la elección del 2006, también de uno en que piden respeto a la autonomía del INE, o uno en julio del año pasado que llamaron “Contra la deriva autoritaria y por la defensa de la democracia”, en el que, proponen a todos los partidos de oposición unirse contra Morena para “corregir el rumbo y recuperar el pluralismo político y el equilibrio de poderes que caracterizan a la democracia constitucional”. Pero también aquel de “Esto tiene que parar, En defensa de la libertad de expresión” del año pasado etc.

Tienen larga historia, mismo patrón, mismos apellidos firmantes, Krauze, Camín, Casar, Reyes Heroles, Bartra, González, Cárdenas, Torres Landa, Molano, Morera, Wallace, Alazraki, Castañeda, Dresser, Aguilar, Pardinas, Zavala, García Bernal etc.

Es lo que hay, la avanzada “intelectual” del país, agachada y servil ante el poder económico; perdieron la perspectiva humana a cambio de dinero y reconocimientos, hoy son esta gentuza que determina lo que es importante y lo que no, actuando de embudo ante ciertas agendas y ocultando otras.

Van de salida.

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4T, el primer año o el «no me quiten lo que les quité»

Hace un año yo pensaba: ¡finalmente se van! Y se fueron.

Evaluar los resultados de un año de gobierno en un país como México en donde la burocracia y las instituciones son como elefantes me parece un ejercicio inútil y que raya en lo imposible. Creo que dos años será un tiempo más justo para hacerlo por mi parte.

La 4T se presentó como un proyecto de transformación en México a manera de algunos otros que ha vivido México, a decir del presidente Andrés Manuel: la Independencia, la Reforma y la Revolución. Atenidos a este discurso, nadie podría pensar que una nueva transformación sería indolora, tersa o gatopardista; necesariamente tendría que ser una que derribe mitos, formas, sería por naturaleza una que incomode y que desobedezca discursos tradicionales. Y así ha sido.

Esta transformación, en su visibilidad permite destacar algunos momentos, estos sí con intención fundacional o que han expuesto formas fundamentales de ser de muchos mexicanos. Entre los primeros me refiero a «La austeridad», «El combate a la corrupción», «El gobierno de leales al país», «La recuperación de la historia y de la tradición de asilo», «Relación con los medios y libertad de expresión» Y destaco dos de las expresiones que se exhibieron ante el embate del triunfo de este movimiento de la 4T: «La oposición insustancial» y «El clasismo»

No tengo duda que la austeridad, el combate a la corrupción y el gobierno de leales al país se mezclan, cada acto de gobierno en donde se ha planteado una postura o una política al respecto implica la conjunción en distintas formas de estas tres fuentes, ejemplos habría muchos: guarderías, medicinas en hospitales, huachicól, facturación falsa, perdón fiscal, narcotráfico, salarios y prerrogativas insostenibles en el poder público federal, estatal y municipal. En cada uno de estos casos se ataca una fuente de saqueo descarado e insultante de bienes del país que se vivía como una situación normalizada, aceptada a conveniencia y que fue escalando gobierno tras gobierno en los últimos 50 años y de manera brutal en los últimos treinta. Las formas del gobierno han sido duras, cierres inmediatos, despidos, reducciones de gastos, cero tolerancia, inmediatez en la aplicación de nuevas normas; y por su parte la reacción ante las medidas ha sido descalificatoria, por cinismo en muy buena parte pero, y no es menor, porque se asume por los afectados que eran derechos adquiridos, pagos de cuatitud que se pensaban eternos, privilegios por ser parte de un engrane de latrocinio histórico que olvidó que el país somos todos, 120 millones de personas, y que la función pública es para servir y no servirse.  Hace un año empezamos a dejar de vivir en un país de insultante opulencia gubernamental, de descaro e impunidad; digo empezamos porque será una larga tarea de cambio. Y este modo delincuencial de la instancia pública se conjuntó con la rapacidad privada en donde se mezclaron papeles que dejaron a un lado cualquier ética social y que en clara simbiosis se alimentaba vía contratos, dádivas, bonos, concesiones y un claro desmantelamiento de bienes públicos, así la educación, la energía, el campo y la banca entre otros. Y no a través de un proyecto de Nación del que emanara el que así se actuara sino a través de la simple idea de enriquecerse ambos, funcionarios y privados. Se conformó un gobierno e instituciones no en beneficio de las mayorías sino en el de unos cuántos. Y hoy en el desmontaje de tales guisas las respuestas de quienes se oponen han sido de igual manera duras pero aquí además peligrosas y con un fuerte tufo de traición y de que están dispuestos a defender hasta la ignominia y con acciones criminales ese «mundo» al que les gusta asumir que tienen derecho.

Respecto a la recuperación de la historia me parece muy interesante que ante un Presidente que es profundo conocedor  de ella se han quedado sin palabras y discurso los hablantines que dominaron la escena «intelectual» del mismo periodo de los últimos 30 años a que me referí; de aquellos que copaban las publicaciones, columnas, editoriales, programas, mesas redondas, becas y demás y que fueron parte de ese modelo de corrupción en que el gobierno, que no el estado, patrocinaba sus fechorías de disque pensantes a la manera de «pago para que no me pegues». Creo que este proceso de recuperación histórica será un largo proceso casi generacional; la estupidización del discurso creado es abisal y ha permeado de manera muy importante en un sector de mediana cuantía en el país.

La recuperación de la tradición de asilo en el acto relacionado con el boliviano Evo Morales es de una implicación que poco se entiende por algunos, más allá de la persona, de sus ideas o de sus razones; mete a México en el internacionalismo del que suponían se hacía solo si era a bordo de un gran avión de «uso privado» pagado con recursos públicos, acompañado de séquito de maquillistas, peinadores, familia y mascotas.

La oposición insustancial: me llama la atención pero haciendo algún análisis retrospectivo era de esperarse. Un año después de su tremenda derrota ( y no solo moral como bien les ha dicho el Presidente) no han podido crear un tema, un relato que explique su oposición más allá que no sea el del privilegio perdido; los que perdieron concesiones, los que perdieron aviadurías, los que no pudieron continuar ordeñando las arcas, los intrascendentes de hoy que han vivido por mucho tiempo a costa de erario público, los que nunca han tenido mayor empatía por los demás, los que han perdido presupuestos públicos (partidos, medios, editoriales entre otros), los dolidos porque su opción política se diluye en el escarnio y verguenza pública día a día, los que con mínimos conocimientos siguen la línea de pensamiento que les marca el meme, el influencer, el discurso clasista y racista y sus ídolos de papel que se arruga minuto a minuto. Una oposición que entre sus personeros y gurús tiene a expresidentes de historial de corrupción, ignorancia y genocidio, a líderes corruptos de partidos que se reducen en cada elección, a enanos mentales y a traidores al país; eso es lo que hay, una oposicioncita que organiza marchitas (por número pero sobre todo por sustancia, en las que eventualmente podrán juntar personas pero no ideas) y que es la repetición histórica de los que siempre se enfrentaron a las grandes transformaciones de México, son los polkos de mediados de siglo XIX, los Zavala de Texas, los Victoriano Huerta, los Mejía y Miramón, son la misma basura que se repite cíclicamente.

El alumbramiento del clasismo es el elemento más peligroso en la conformación del país; ante un nuevo paradigma de redistribución económica se avivó la llama clasista. En parte de la oposición, parte muy importante y casi generalizada pero el fenómeno es más amplio que eso; es esa forma que siempre ha estado lastimando y odiando pero que hoy lo hace de manera exhibida, orgullosa de sí misma, por tener, por la piel, por el lenguaje, por la escolaridad, por la creencia; por lo que sea, no hace falta elaborar mucho para entender que es un México que aspira a que nos invadan , a que nos dividan, a que nos separen las posiciones económicas; es ese México que no conoce y nunca interiorizó la igualdad y la fraternidad. Esos que se suponen más que el otro y que hoy ante un Presidente al que ven distinto y menospreciable porque no es de «los de ellos»; esos que por teñirse el pelo de rubio, blanquearse y usar cualquier parafernalia aspiracional, por ser «descendientes» de europeos (*dicere amentes), esos son el real peligro capaz de vender a cualquiera por su propio bienestar, esos son los que se oponen a derechos para todos porque esa otra parte, casi siempre pobres, mujeres e indígenas, debe estar solo para servirles.

Hay dos elementos que me preocupan en esta 4T, uno que de no corregirse puede dañar el devenir del sexenio, otro que de no corregirse puede dañar el devenir de las siguientes generaciones; mi deseo es que se corrijan y pugnaré porque así se haga, me reservo el explicar a qué dos elementos me refiero, prefiero que las hienas, chacales y demás carroñeros busquen su propio alimento. Hoy estamos, los que votamos y apoyamos la 4T, en la necesidad de cuidar al Presidente y sus actos de gobierno, de deslindarnos claramente de la ignorancia e irresponsabilidad de quienes apuestan al hundimiento de este gobierno, es hora de marcar diferencias entre los que desean  un retorno al mundo de privilegios para unos cuántos y los que creemos en un México mejor; de los que a conveniencia permanecen en un limbo olvidando que en la situación mexicana de hoy los indecisos e indiferentes son fascistas en potencia.

Ya habrá tiempo de juzgar resultados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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