4T, AMLO, Corrupción, Ejército, Política, Seguridad nacional

Tambores de guerra

Las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter.

Ortega y Gasset.

La caja de Pandora que se encargó de abrir el gobierno calderonista encontró en el actual gobierno un camino para su cierre.

Uno de los argumentos en contra de las acciones y políticas que ha ejecutado el Presidente López Obrador es el que dice que ofreció regresar al ejército a los cuarteles. ¿Es una crítica válida? Este es uno de esos dilemas en el que solo conociendo la historia reciente del país podremos entender la forma en que se resolvió.

1.-

Recordemos que el ejército salió a la calle en la guerra sin sentido que organizó la dupla Calderón/García Luna; el primero por su necesidad de convalidar el fraude que “haiga sido como haiga sido” le llevó a la triste presidencia que usurpó y el segundo en su papel de capo de mafia y verdadero poder detrás del trono que requería “poderes de guerra” para actuar impunemente en los negocios de narcotráfico en que se involucró ese gobierno. Una guerra que al haber iniciado como una “farsa discursiva” no contó con estrategia alguna, y se convirtió en un “golpear al avispero” que como resultado generalizó la violencia en el país.

Esa guerra iniciada por el gobierno panista resultó costosa, cruel, atroz en el número de vidas humanas perdidas, y llevó al país a pasar de tener diversos cárteles y grupos delictivos bien identificados a fraccionarlos y fomentar nuevas generaciones de delincuentes que se enfrentaron entre sí, con consecuencias funestas para la sociedad. El papel de estos dos delincuentes, Calderón y García Luna, puede considerarse intencional, por una parte el del presidente enfundado en una casaca de guerra que le quedaba grande, en sentido literal y figurado, para simular ser el macho a cargo que le permitía resolver quién sabe qué complejos o problemas personales además de su conocido vicio; y García Luna, hoy detenido en Estados Unidos como la cabeza del cártel a quién convenía combatir a las bandas rivales a la suya propia.  La desmemoria es lo único que puede hacer que no se hable del agravio que como país sufrimos y las consecuencias que persisten por el contubernio de estas dos personalidades y sus compañeros afines que hoy guardan silencio deseando que el tiempo borre la desventura de haberles permitido estar a cargo del país.

El miedo, horror y terror del incendio de guerra  provocado en el sexenio calderonista permanece al día de hoy y serán años los que se requieren para que disminuya la violencia generada. Ese sexenio de crimen de inicio a fin sumió al país en una espiral de violencia inimaginable desde la época de la Revolución.

2.-

Durante los 30 años transcurridos en los gobiernos desde Salinas (1988) hasta Peña Nieto (2018), la corrupción en la obra pública se desarrolló como hiedra. No hubo negocio de obra pública que no llevara su consabido moche de comisión para los funcionarios que tuvieron la facultad de asignarlos. En toda las estructuras de gobierno, locales, estatales y federales, permeó esta forma de operar y como resultado el encarecimiento y mala calidad fueron la consecuencia de la rapiña.

En las más altas esferas se orquestó el saqueo por esta vía, inflar precios, adjudicar obras a un costo bajo para que resultaran ganadoras y en poco tiempo asignarles costos adicionales que duplicaban y más el precio pactado. Ejemplos no es que haya muchos, sino que hay todos. Pensemos en cualquier obra importante asignada por el gobierno federal y ahí encontramos esa forma de operar.  No hay dinero que alcance para tal robo.

Tan solo dos ejemplos: el tren Toluca/México, en construcción aún, tuvo un costo estimado de 30,000 millones de pesos, el gobierno de Peña Nieto acabó pagando 60,000 y la única forma en que se pudo continuar con la obra para concluirla es gastar 20,000 millones más, es decir que de 30 mil pasó a más de 80 mil.

Para ponerlo en contexto, mientras que a los amigos del sr. Peña Nieto a quienes se asignó la obra se les pagará más de 50,000 millones de lo que cotizaron; el costo total de la vacunación COVID en México se calcula será de 35,000 millones. Y así de este tipo de historias está hecha la fortuna de algunos ricos con vocación en el negocio de la política.

Otro ejemplo es el de los turbios negocios del gobierno calderonista y la empresa Odebrecht acusada de corromper a buena parte de funcionarios en toda América Latina, funcionarios mexicanos del calderonato y el peñanietismo no serían la excepción. En el año 2010 (gobierno calderonista)  Pemex asignó dos contratos referentes a la refinería de Minatitlán por 634 millones de dólares pero al final los trabajos se pagaron en más de 1000 millones de dólares, un caso más reportado por la Auditoria Superior de la Federación que no tuvo consecuencia alguna. La práctica del sobreprecio fue la tónica del gobierno panista, sí, de los panistas de golpe de pecho los domingos.

Y 3.-

Ante ambas realidades confirmadas que constatábamos y de algunas sospechábamos; el dilema para el gobierno del presidente López obrador de sacar o dejar al ejército en tareas de seguridad fue resuelto en la ley que creó la Guardia Nacional y que incluyó, ahora sí de manera legal, la operación del ejército y fuerzas armadas con un plazo límite de 5 años a partir del 2019  y con un actuar de respeto a los DDHH que fueron olvidados en los más de 20 años en que el ejército realizó tareas de seguridad sin un marco legal y constitucional.

Por su parte los proyectos de obra se asignaron al ejército para que fueran cumplidos en tiempo y forma, con costos reales y sin “moches” de por medio. Las obras fundamentales para el proyecto de la 4T como lo es el aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y carreteras por todo el país, no podían realizarse en manos de las mismas constructoras y con los mismos esquemas de asignación que siguieron en las últimas décadas.

¿Cuál es la diferencia entre el antes y el ahora de la participación del ejército en seguridad interna y obra pública? Por una parte en que el ejército permanece como una de las instituciones que más confianza da a la población y por otra, y creo que es la más importante, es que por primera vez en los últimos 50 o 60 años el Comandante en jefe es un hombre incorruptible y que respeta los derechos humanos y que provoca que esa forma personal de actuar resulte en la de sus subordinados. No es lo mismo una estructura militar responsable de respetar los derechos humanos que una involucrada en narcotráfico y flagrantes violaciones a la población como lo fueron Tlatelolco, Ayotzinapa, Tlatlaya, estudiantes asesinados del TEC y tantos otros casos más.

En la mitología griega Pandora al abrir la caja dejó salir todos los males, salvo la Esperanza que quedó dentro. ¿Qué si no es el camino de la 4T?

Estándar
4T, Corrupción, Coyotaje, Elecciones 2021, México, Política, Políticos mexicanos

Los coyotes del poder

«No les tengo miedo a los de afuera que nos quieren comprar, sino a los de adentro que nos quieren vender»

Arturo Illia (ex presidente argentino).
Raúl Salinas, durante el gobierno priista de su hermano Carlos Salinas, era apodado Mister 10% por ser el porcentaje que cobraba por cualquier transacción en la que participaba como intermediario entre el gobierno y los particulares; la venta al mejor postor de sus relaciones políticas lo convirtió, al igual que a su familia, en millonario.  Esas mismas relaciones políticas le sirvieron para que diecinueve años después de haber sido acusado por enriquecimiento ilícito, fuera exonerado y recuperara los millones de dólares y propiedades de los que se apropió.

Decía Gore Vidal, hablando de la democracia en Estados Unidos pero que aplica como “anillo al dedo” al periodo neoliberal mexicano: “Nuestra forma de democracia es el soborno en su máxima expresión”

Así como los partidos políticos históricos tradicionales PRI, PAN y el mini PRD, empresarios que hoy tienen que pagar impuestos y exfuncionarios resentidos por haber sido expulsados del poder, otro de los grupos que añora las formas políticas pasadas, llámese corrupción a tutiplén  o “reparto de  una tajada del presupuesto”, es el de los intermediarios conocidos como coyotes, brokers, dealers, alcahuetes o cualquier otro término que signifique que se dedican a la gestoría de influencias políticas.

Estos entrepreneurs de temporada, algunos de lujo, tienen una doble función, por una parte actúan como prestanombres u “hombres de paja” del funcionario con el poder político  suficiente para decidir o incidir en adjudicar contratos y favores y por otra parte cuando actúan como negociantes de empresas que venden servicios o productos. Lo que en ambos casos les define es que las operaciones que realizan son por medio de pagos de grandes comisiones que reparten con los funcionarios políticos respectivos; estas comisiones se crean con sobreprecios por obras y productos y por pago de trámites, asesorías inexistentes o con precios exorbitantes; o con el mecanismo de contratar a los propios funcionarios públicos o sus familiares como pago por los favores recibidos.

Ejemplos de estos mercaderes de influencias de lujo y de casos alrededor de ellos hay muchos, además de Raúl Salinas: los Bribiesca, hijos de Martha Sahagún que cabildeaban directamente los contratos con Pemex para obtener dinero como “gestores” durante el gobierno foxista; Margarita Zavala y la opacidad en la subrogación de la guardería ABC a su familia; el casi rey de las influencias políticas al mejor postor Fernández de Cevallos que por sus actividades y contactos se benefició con terrenos y carretera directa a la casa de su novia; los costos desde toallas hasta los del proyecto de la Enciclomedia y el sobreprecio de la biblioteca Vasconcelos también en el gobierno de Fox; los contratos calderonistas y peñistas con Odebrecht, Etileno XXI; la exsecretaria de energía Kessel trabajando para Iberdrola después de haber favorecido a esta empresa española con enormes contratos. Entre muchísimos otros, incontables.

Los no tan de lujo, como en todos los casos, tienen “cuates” en los niveles medios por lo que el alcance de su intermediación es menor pero constante dado que lo convierten en un modo de vida y cruzan sexenio tras sexenio a la caza del contacto corrupto, del funcionario que ya pasó de un puesto a otro y que algún producto o servicio o favor requiere u ofrece.

Entonces en un breve mapeo de esta forma de extraer recursos públicos de manera ilegal nos encontramos que por parte del funcionario:

1.- Para  que determinadas decisiones públicas generen enriquecimiento al funcionario, este debe haber alcanzado una posición de poder público, es decir tener la llave de la caja fuerte. Y que con lo anterior se encuentre en posición clave en las decisiones que permitan la triquiñuela.

2.-Como elemento de índole moral (inmoral), es que debe mentalizarse en el sentido de que si está en esa posición pública tiene que aprovechar las oportunidades, que si no lo hace es tonto y si no lo hace él o ella alguien más lo hará. Es un planteamiento de que la corrupción en el país es inevitable para que así su conciencia quede a buen resguardo. Este es el clásico tema de “es que todos son iguales” y que “solo así funcionan las cosas”

Es fundamental recordar aquí la frase de política clásica priista de aquél gobernador del estado de México Carlos Hank: “Un político pobre es un pobre político”

Y por parte del o la traficante de influencias:

1.-Su fundamentación como relacionista público, su “tener contactos”, moverse en círculos sociales en donde participan los funcionarios para poder mostrarse con dos características: serviles (al punto de la abyección) y discretos.

2.-Su experiencia en la operatividad de la administración de gobierno para saber “qué hacer” y su capacidad de esconder y eventualmente “lavar” el dinero que le generará al funcionario la trama involucrada.

Los paraísos fiscales en todo el mundo, guardan enormes recursos de políticos de todos los países que no son explicables y que deben ocultarse para no ser fiscalizados.

Hoy en día en México si pensáramos en lo que se requiere para eliminar el grave impacto de la corrupción, además de la decisión del liderazgo presidencial que por primera vez en décadas se tiene, se tendría que tener un sistema de control público muy exigente respecto a estos saqueadores del por lo menos el ten per cent; todos los sectores sociales incluyendo a las empresas tendrían que acotarlos y exhibirlos para poder sanear la vida pública.  Mientas se les ocupe, se les festeje su súbita riqueza y su cinismo seguirán medrando de las finanzas públicas.

Su retorno o recomposición en el saqueo de recursos es otro de los aspectos que se juega en el siguiente proceso electoral. Estos “coyotes” hoy lloran porque se sienten descobijados, son viles sus razones de odiar el proceso de la 4T pero para ellos les son importantes,  el país no se puede dar el lujo de que regresen al poder; de por sí que hay que combatir a los “nuevos” que en el gobierno actual intentan y a veces logran enquistarse.

Difícil tarea la que tenemos en el país.

Estándar
4T, AMLO, Corrupción, Desmemoria, México, Política

La desvergüenza del lenguaje.

Algo peor que un político corrupto, es un ciudadano que lo defienda.

Conforme se va acercando la fecha electoral del próximo junio, los rivales políticos del gobierno del presidente López Obrador  intentan conformar a través de mentiras, lo que, en caso de lograrlo, convertiría en un peligroso panorama la convivencia político/social.

La mentira como fuerza vital de sus planteamientos políticos y de campaña, bien apuntalada con enormes  recursos económicos para que se replique una y otra vez, apela a la conocida frase atribuida, falsamente, al ministro de propaganda de Hitler, Goebells, “Miente, miente, que algo queda” que en realidad no es sino una forma histórica de conducir los asuntos públicos cuando no hay argumentación o propuestas.  Ya en el siglo I el historiador Plutarco atribuía a un consejero de Alejandro Magno el dicho: “Siembren confiadamente la calumnia, muerdan con ella, cuando la gente haya curado su llaga, siempre quedará la cicatriz”

Una de las características de los seres humanos es aquella que nos permite comunicarnos con un lenguaje construido a lo largo del tiempo, según la parte del mundo que habitamos aprendimos un sistema de signos verbales y escritos para expresar sentimientos y pensamientos. Si decimos azul, mamá, casa, árbol; más allá de sus atributos específicos, el común de la gente podemos coincidir en lo que estamos diciendo.

El lenguaje poético incorpora ritmo, hipérboles, metáforas y otros elementos que enriquecen su manifestación; de ahí que leer a Paz, Sabines, López Velarde, Castellanos, nos ilumine espiritualmente y nos hermane como grupo con identidad de lenguaje. Muy posible es que haya sido Nezahualcóyotl quién escribió, en náhuatl, (y que la mayoría en el país no entendemos) lo que se traduce al español (para hacerlo propio y común a la mayoría):

Amo el canto del cenzontle,
pájaro de cuatrocientas voces.
Amo el color del jade
y el enervante perfume de las flores,
pero más amo a mi hermano: el hombre.

El lenguaje político en particular tiene la característica de que intenta manipular al posible votante, lo hace a través del modo eufemístico, es decir que utiliza palabras o frases suaves para decir lo que sería áspero de escuchar en palabras directas; así se dice “tercer mundo” en vez de decir países pobres, o “ayuda financiera” en vez de rescate bancario, o “flexibilización laboral” en vez de suprimir prestaciones sociales. Nada nuevo aquí; es la historia del lenguaje político, usar el lenguaje para mentir poquito, de a poquito; es decir son un engaño pequeño (nótese la ironía).

La novedad de la oposición mexicana es que se ha pasado de esa modulación de las palabras a la vil mentira directa, abierta y grosera. Ya desde hace años, en la campaña del 2006, contrataron “asesores” para ayudarse en el ataque a López Obrador, así idearon el tema “Es un peligro para México”, que les dio un mediano resultado aunque no le alcanzó al Sr. Calderón para no tener que hacer fraude y solo así declararse ganador de la elección. Las palabras son poderosas y eso lo saben los que se dedican a la política. La gran desvergüenza a la que nos enfrentamos es que han corrompido las palabras con el único fin de confundir y pretender en el imaginario popular que «todos somos iguales», que «todos luchamos por lo mismo»

En estos meses hemos visto cómo se van alineando en las expresiones de los políticos, frases, mensajes, palabras que son tan solo falsedades, pero que intentan quedar como quimera o fantasía y convertirlas así en realidad; no importa que ese conjunto de ideas falsas no les funcione para gobernar, eventualmente les podría servir para ganar elecciones convenciendo a ingenuos o desinformados electores.

Las infamias, sin consecuencia, de esta época electoral:

Decir que el presidente López Obrador es un tirano y dictador cuando nunca antes alguien había sido electo presidente con tal magnitud de votos.

Decir de la senadora Xóchitl Gálvez que apelando a la “democracia” se debe dejar en libertad a la ex presidenta golpista de Bolivia.

Un pequeño gurú filosófico del PRD que «en nombre de la izquierda»(sic) se hace candidato a una diputación por el conservador y derechista PAN.

Unos periodistas payasos o payasos periodistas, Brozo y Loret, que son pagados -para atacar diariamente al gobierno- por connotados corruptos priistas como lo es el exgobernador y ex candidato presidencial Roberto Madrazo, diciendo que se les pretende coartar su libertad de expresión.

Otro Loret, el papá, mayorcito, también de pocas luces pero no menos ordinario, diciendo que tiene pruebas de la corrupción del presidente pero que en realidad no las tiene sino que son secreto de estado.

Una y muchas veces diversos actores políticos de oposición, denigrando los esfuerzos del gobierno en la lucha contra el COVID, su dicho es que todo está mal hecho, mal organizado, que la campaña de vacunación no funciona, que no se compraron las vacunas, que no se pagaron etc. cuando la realidad es que tanto la OMS como la OPS reconocen los esfuerzos y buenas prácticas en este tema.

Los programas de becas y pensiones a diferentes grupos, tanto en amplitud como en recursos son negados y presentados como herramientas de cooptación, cuando la realidad es que son en buena parte lo que ha hecho posible que no se cayera el mercado interno en este proceso de crisis económica por la pandemia.

En vez de decir verdades se dedican a mentir, a hacer ruido, mucho ruido.

Bien decía el científico alemán, Lichtenberg “Para hacer ruido se escoge a la gente más pequeña…

Las mentiras de su ideología de batalla:

Se han llenado la boca diciendo que son promotores de la inversión extranjera cuando lo que está constatado es que regalaron y se regalaron las empresas públicas e hicieron contratos tramposos, a cambio de comisiones y puestos de trabajo para ellos y sus familiares, para subsidiar gastos y tarifas a compañías extranjeras, todo a cargo del erario mexicano por supuesto.

Hablan de globalización en vez de decir que destruyeron la industria nacional para permitir que el capital extranjero se hiciera dueño de la soberanía energética, de la minería y de los recursos naturales.

Se dicen ecologistas cuando la realidad es que son promotores de la destrucción del medio ambiente en medio de negocios al amparo de concesiones públicas para acabar con bosques y mares.

De dicen demócratas cuando la verdad es que han cooptado al árbitro electoral, el INE y pagan con recursos de desconocido origen, campañas y publicidad en contra del gobierno y del partido MORENA

Estas formas de decir lo contrario a lo que son, ocasiona que no sea posible siquiera tener un diálogo constructivo en beneficio del país. Son una oposición que perdió la ética política propia de una sociedad democrática. Se han lanzado en brazos de patrocinadores a cuál más de deleznables encabezados por Claudio X González, han vendido su alma al diablo y con ello arriesgan al país.

Hicieron de la política electoral un campo de batalla, sus cartas están abiertas, hay que prepararse para lo que viene en estos próximos meses.

Estándar
4T, Corrupción, Energía, México, Petróleo

Energéticos y energúmenos…

Una nación puede sobrevivir a los tontos, incluso a los ambiciosos. Pero no puede sobrevivir a la traición desde adentro.

Cicerón.

En los últimos 30 años, los distintos gobiernos previos al actual procuraron arruinar a Petróleos Mexicanos para justificar su privatización.

Algunas pistas:

En 2007, el gobierno panista de Felipe Calderón firmó un contrato con la empresa Repsol, una de las “favoritas” de su sexenio, en este “negocio” México compró gas a esa empresa española (que no lo produce) quién a su vez lo recompró a Perú. México pagó a Repsol 21,000 millones de dólares, Perú recibió unos 6,500. Repsol ganó 15,000 millones de dólares de un plumazo.

Los contratos de generación de energía con la empresa española Iberdrola firmados en el gobierno del calderonista obligan a la CFE a: comprar energía a precio elevado aunque no la necesite, pagar incrementos anuales superiores a la inflación y subsidiar parte de los costos de la empresa.

El cálculo es que al gobierno (PEMEX y CFE) mexicano le ha costado, solo entre esta y otras operaciones similares, unos 400 mil millones de pesos. (Para tener una idea del saqueo: el costo del plan de vacunación COVID será de aproximadamente 47 mil millones de pesos)

Qué curioso y qué gran casualidad, miren: Felipe Calderón tiempo después de dejar la presidencia fue nombrado consejero de la filial de la empresa española Iberdrola al igual que la ex secretaria de Energía en su gobierno, Georgina Kessel, también el ex director de CFE en su sexenio, Alfredo Elías Ayub;  y se vincularon en negocios y contratos con Repsol, Jordy Herrera y César Nava, ex secretario de Energía y ex director Jurídico de Pemex, respectivamente. Primero saquearon las arcas de Pemex y CFE para beneficiar a esas mismas empresas extranjeras y posteriormente se fueron a trabajar a ellas. ¿Esto es asqueroso o es simplemente traición? Al país lo dejaron atorado con esos contratos.

La reforma propuesta por el presidente López Obrador para evitar esta forma de saquear los recursos del país por parte de empresas extranjeras en contubernio con funcionarios priistas y panistas, que fue aprobada hace apenas dos semanas en la cámara de diputados y la de senadores y publicada en el DOF, y por lo tanto entró en vigor, en menos de 24 horas fue suspendida en su aplicación por un juez; habrá un largo trámite judicial a seguir después de la queja del ejecutivo respecto a esta suspensión y estoy seguro que, como pasa usualmente en México,  un día nos enteraremos de los verdaderos “motivos del juez”

México es un país rico en recursos naturales, se dice y se ha dicho siempre, solo respecto a posibilidades energéticas tiene enormes reservas de petróleo y gas natural en la costa del Golfo de México y sureste del país, hace poco nos enteramos de enormes yacimientos de litio en Sonora, gozamos de un clima soleado en gran parte del año y recurrente viento en el Istmo de Tehuantepec. Y sin embargo ha sido decisión de gobiernos pasados depender de otros países para cubrir la demanda de energía del país. En México quemamos el gas porque no hay dónde almacenarlo pero al mismo tiempo lo importamos de Texas en Estados Unidos; y si esto no es dependencia cómo explicar que hace unas semanas las fuertes heladas en Texas provocaron que el gobernador de ese estado emitiera una orden de suspender las exportaciones a México incumpliendo los contratos convenidos. Lo hizo porque su prioridad es su estado, no México. En México se decidió no producirlo y comprarlo a otros países. Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León y otros estados del norte se quedaron sin gas como resultado de esa política. Esa visión de la política energética sustentada en destruir la industria nacional para depender de otros países, se convierte en una espada de Damocles para el país, como ya se vio.

En los últimos 30 o 40 años no se construyó ninguna refinería, se dejaron caer las existentes al punto que ninguna de las 6 actuales trabaja siquiera a la mitad de su capacidad; en el gobierno del susodicho Calderón se dijo que se construiría una que no quedó más que en una barda y costos erogados por más de 600 millones de dólares (la NO refinería más cara del mundo); la política de estos vende patrias explicaba que convenía exportar el petróleo crudo e importar la gasolina. Hoy que se construye a gran velocidad la refinería de Dos Bocas, estos funcionarios del pasado, sus afines comunicadores y los grupos conservadores desinformados lloran un día sí y otro también.

Hay algo muy raro en todo esto, la política energética de los últimos 30 años solo se puede explicar como un deliberado sabotaje a cargo de funcionarios de gobierno y empresas privadas. El papel que jugaron los presidentes de México y sus secuaces es lamentable y vergonzoso; hoy insisten en medios de comunicación a través de sus voceros en México y el mundo acusando falsamente al gobierno actual de que no le interesa la energía limpia e instan a los gobiernos de España y Canadá, por lo menos, a que cabildeen en contra del modelo actual.

El historiador Paul Kennedy apenas en 2008 nos recordaba: “en las próximas décadas, todos los países del mundo van a valorar cada vez más las materias primas esenciales como el cereal, el agua potable… y el petróleo. Su futuro dependerá de sus existencias.”

Hay que tener cuidado con los apátridas, en algún momento serán juzgados pero mientras tanto siguen haciendo mucho daño al país, las empresas extranjeras los hicieron sus eunucos y los convirtieron en las marionetas necesarias para incidir en políticas públicas a su conveniencia; eso sí, siempre avalados por estudios, think tanks de renombre, jueces y medios de comunicación.

En este tema todos somos energúmenos, ellos en su acepción de endemoniados, los otros en la de enojados. Una vez más la polarización, ellos y nosotros.

Estándar
Corrupción, México, Política, Silencio, Omerta

La ley del silencio…

«Nunca abras la boca a menos que estés en la silla del dentista» (ley de la mafia)

La complicidad que permitió la corrupción y componendas en México se rigió por reglas y tiene sus normas y la que hoy en día aún exista seguramente también las tiene. El arreglo necesario para corromper instituciones, políticos y funcionarios; los acuerdos entre burócratas y civiles para saquear los recursos públicos a través de prestanombres, empresas fantasma y facturaciones falsas; la impunidad como garantía de tranquilidad futura; todas estas formas que atentan contra el país se manejan bajo reglas establecidas entre los participantes.

Para poder llevar a cabo sus actividades cualquier organización requiere normas de funcionamiento y operación. Una vez establecidas estas, todos los actos rutinarios se rigen por ellas pudiendo existir jerarquías para su cumplimiento de una forma u otra.

En ese entorno se acuerda la actividad de cada participante, cuánto se reparte a cada miembro, cómo se ocultan los bienes, como se esconderá o falseará la documentación necesaria, a qué personas se utilizará para que coparticipen activa o pasivamente; en fin, se organiza una estructura criminal que atiende a las necesidades de cada tema. Estas estructuras son de muchos tipos, algunas de dos o tres personas (que tienen a su alcance, por sus actividades, el poder hacerse de ciertos recursos gestionando trámites o desviando fondos) y, otras más amplias horizontalmente (por la necesidad de involucrar a plantillas completas de empleados que hacen un trabajo que se encadena y pasa por muchos) ; otras más a manera de cadena vertical (como el policía que “muerde” para dar su cuota al jefe en patrulla que a su vez le da a su comandante de zona, que a su vez le da a su secretario o encargado) o (el alto funcionario que se colude con las grandes empresas para recibir enormes cantidades de dinero que se reparten con su más inmediata superioridad sea este incluso el mismo presidente de la república).  En esta diversidad de opciones caben, por lo mismo, infinita cantidad de tipos de “acuerdo”, algunos o muchos de ellos cerrados en medio de comidas y alcoholes entre políticos, burócratas y empresarios con cuentas a cargo de la tarjeta de gastos del gobierno o institución en que trabajen.

En la operación de estas estructuras criminales cualquier error puede descubrir su organización y puede derrumbar su esquema de negocio por lo que vuelve necesarísimo el cumplimiento a las formas que se acuerden de manera explícita e incluso de manera tácita; hay una hostilidad latente en la relación entre sus miembros que solo se resuelve por la más importante de todas las reglas: el silencio.

En las mafias de muchos países  como: la cosa nostra, la camorra y  la ndrangheta de Italia, las mafias rusas, turcas o israelíes, los cárteles mexicanos, la mara salvatrucha o la 18 de Centroamérica, la yakusa y la mafia china de Asia etc. se repite la norma que, sin duda, en el caso italiano permitió su auge y consolidación y que en las pandillas políticas mexicanas de los últimos 20 años convirtió en el seguro de “vida tranquila” de los funcionarios y presidentes. La norma del silencio.

Hay un término, OMERTA, de origen italiano que aplica en el  glosario de palabras que tienen que ver con la mafia. Es la palabra que significa la ley del silencio, la que dice que está prohibido incriminar a otros en caso de ser descubierto en los delitos realizados. El que es descubierto debe pagar por sí mismo y a cambio de ese silencio se protege a su familia y se le ayuda en su proceso legal, y si no lo hace pueede pagar incluso con la muerte.

La Omerta es lo que se acabó en México con el cambio de régimen. El conseguir que funcionarios corruptos accedan a incriminar con información comprobada a autores intelectuales, copartícipes y beneficiarios es lo que permite intentar que la corrupción no sea el motor y lazo de unión de los grupos políticos.

Para los funcionarios corruptos y corruptores el beneficio de disminuir sus penas de prisión, de mantener parte de sus bienes aunque fueran obtenidos de manera ilícita, de mantener a sus familiares (a quienes involucran a manera de prestanombres o favorecidos) fuera de los litigios judiciales ocasionó que les “convenga” romper ese silencio y exhibir a sus socios. El estado debe protegerlos en custodia porque los «enemigos» que se crean al romper el pacto de silencio intentarán que no logren su cometido.

Es lo que permite que un tipo como Lozoya hable y presente pruebas que involucran a otras autoridades e instituciones pares y superiores (Ricardo Anaya, Luis Videgaray, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, PRI, diputados y senadores de diferentes partidos); que Duarte (el de Veracruz) ofrezca datos que involucran al expresidente Peña en la estafa maestra; que Emilio Zebadúa aporte datos que acaben de hundir a la exsecretaria Rosario Robles de quién fue su mano derecha y a otros secretarios, rectores  de universidades y, otra vez, a Peña Nieto.

Es lo que permite que se conozca vía Lozoya el enlace entre el gobierno de Calderón y el de Peña Nieto en el asunto de Etileno 21 ejecutado con Odebrecht y el grupo de hábiles tecnócratas tipo José Antonio Meade.

Ese mecanismo de uso común en la justicia de Estados Unidos es el que permitió detener a García Luna al romper el silencio el narcotraficante Villarreal Barragán «El Grande» y que hoy es la bala en el gatillo que apunta a Calderón y sus secuaces. Y es el mismo mecanismo que se usó para enjuiciar al Chapo Guzmán con el que sus anteriores socios como el Vicentillo Zambada, el rey Zambada y Dámaso López «el licenciado» lo incriminaron a cambio de beneficios en sus condenas.

Es de tal magnitud el cambio de paradigma entre esa forma de callar y no exhibir al “otro” a cambio de su complicidad y protección vs. el favor legal de obtener beneficios por sí hacerlo, que puede ser la novedad que hacía falta para una nueva forma en el actuar político.

Estamos cerca de cumplir dos años de este gobierno, quedan 4 más, sin duda caerán más omertas que marquen el fin de régimen de PRI-PAN y sus satélites y comparsas en el ámbito federal, estatal y municipal. Tic, tac, tic, tac, tic…

Estándar
4T, Corrupción, México, Política

Los Soprano de México

Primero un beso por aquí, otro por allá, después la punta y poco a poco y parafraseando a Taibo: nos la acabaron metiendo doblada.

Imaginemos que vamos a elegir un gobierno y este nos dice que su guía de acción será la corrupción, que creará todas las estructuras institucionales que permitan que los funcionarios de los primeros niveles se enriquezcan haciéndolo parecer como si fuera de manera legal porque al mismo tiempo se torcerá la justicia para tener mecanismos que creen un laberinto en la normatividad y permitan la confusión, el encubrimiento y la nula o escasa posibilidad de que las actividades delincuenciales que realice puedan ser perseguidas o investigadas por futuros gobiernos. Que ese enriquecimiento permeará también a mandos menores conforme beneficie al objetivo de esos altos niveles y que de tal forma, como en Fuenteovejuna, en caso de ser descubiertos se pueda responder: fuimos todos, es el sistema, así funciona…

¿En este hipotético caso se elegiría ese gobierno? La respuesta obvia es no.

Si además nos explica que esa guía de acción requerirá que todas las instituciones del estado serán laxas en el cumplimiento de sus responsabilidades, que el gobierno participará y/o encubrirá todos los delitos de sus personeros afines, sin importar su gravedad, bien sea narcotráfico, trata de personas, pederastia, feminicidio, desaparición forzada, asesinatos, cohecho a periodistas y medios de comunicación entre otros.

¿Con esta más amplia explicación se elegiría ese gobierno? Se mantiene la obviedad de la respuesta: no.

¿Y si nos dicen que el resultado de esa forma de gobernar derivará en privatizaciones de los bienes y empresas públicas, de un mínimo crecimiento económico, de desempleo creciente, salarios insuficientes, aumento del número de pobres y aumento en la desigualdad?

¿Se elige? Indiscutiblemente no.

Entonces:

a) ¿qué es lo que hizo posible que el país haya vivido por décadas esa guía de acción con esas y otras consecuencias? y

b: ¿por qué en estos últimos veinte meses en que un gobierno diferente y con una intencionalidad radicalmente distinta encuentra, no solo una mediática y económicamente poderosa oposición (que es absolutamente entendible porque la consecuencia de un nuevo régimen es la pérdida de privilegios de este grupo) sino también, una estridente queja plañidera de grupos aspiracionales conformada por personas de precaria o  baja y mediana economía?

  1. A lo primero se responde interpretando a Noam Chomsky en su artículo sobre estrategias de manipulación mediática. Ahí Chomsky explica cómo  “para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos”  En otras palabras, esa guía de acción que siguieron los gobiernos (particularmente los del periodo neoliberal de 1982 a 2018: de la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón, Peña Nieto) fue aplicada de manera gradual, poco a poco.  Un año algo, al siguiente otra cosa, después algo nuevo, en el otro gobierno un poco más, y así una más y otra más y otra más, hasta que la suma iba convirtiendose en mecanismos y formas orgánicas. Primero un beso por aquí, otro por allá, después la punta y poco a poco y parafraseando a Taibo: nos la acabaron metiendo doblada.
  2. Para lo segundo hay que conjugar por una parte también a Chomsky cuando habla de “mantener al público en la ignorancia y la mediocridad” en el sentido de no dejarlo tomar decisiones y darle un giro a la situación actual permaneciendo en la borregada  y de “estimular al público a ser complaciente con la mediocridad promoviendo que crea que es de moda ser estúpido, vulgar e inculto”. Y conjugarlo con ese tan latino aspiracionismo clasista y elitista de buscar acceder a una jerarquía social por la capacidad económica obtenida no importa de qué forma.

Preocupa que estos grupos aspiracionales caracterizados en el párrafo anterior tengan una concepción del país tal que promueva el regreso a formas del pasado, no solo incidiendo en la vida pública actual sino transmitiendo esa forma de pensar a la siguiente generación. Será muy difícil sacarlos de su pequeñez intelectual y lógica y sobre todo de la soberbia que les impide reconocer la gran equivocación en que han vivido.

Veinte meses es muy poco tiempo para que se logre comprender y hacer viable el camino que rompa definitivamente con las estructuras construidas en tantos años y sobre todo para que más allá de nuevas políticas públicas se eduque en una visión distinta que no incorpore a la corrupción como un elemento “normal” en la relación del gobierno con los ciudadanos.

Es tarea de muchos el poder  avanzar en todo lo que tiene de tarea este gobierno, mejor hacerlo nosotros que dejarlo en las manos del pasado.

Dejo el poema del pastor luterano alemán Martin Niemöller (1892-1984) que hoy han puesto en el discurso en los medios tanto el presidente como, aunque no locrea, el cínico sr. Calderón, que cada quién lo haga suyo.

«Primero vinieron por los socialistas,
y yo no dije nada, porque yo no era socialista.
Luego vinieron por los sindicalistas,
y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los judíos,
y yo no dije nada, porque yo no era judío.
Luego vinieron por mí,
y no quedó nadie para hablar por mí»

Estándar
4T, Corrupción, México, Política

¿Acostumbrarse a la corrupción de la canalla?

Los grupos políticos mexicanos de los últimos 30 años debieron encontrar un punto de enlace que les permitiera gobernabilidad.  

Sus herencias históricas les estratificaban en “castas”: por origen, color, ascendencia social y riqueza, sus derivaciones políticas las definieron los compadrazgos, la cercanía con el poder, el linaje político y, a veces, una precaria movilidad social.

¿Qué es lo que hizo posible que convivieran estos diferentes grupos que con muy distintas visiones se alternaron y repartieron el pastel del estado mexicano?

En el conjunto de eventos e historia política en México acabó siendo lo mismo ser el tradicional priista postrevolucionario, el insidioso priista de los sexenios de Salinas de Gortari y Zedillo, el torpe y conservador panista del tiempo foxista, el criminal y traidor panista del calderonato o el delincuencial priista de los 6 años de Peña Nieto, no solo en el gobierno federal sino también en sus derivaciones estatales y locales. De igual forma en el caso de gobiernos estatales y municipales -incluso los que se definieron como de izquierda-, instituciones “autónomas” y amplios sectores económicos sociales y empresariales y en primerísimo lugar los medios de comunicación, ese enlace o punto de unión nunca se trató de principios o de formas de gobierno, de procesos de estado o de búsqueda de solución de los problemas nacionales. 

El principio de gobernabilidad, el más poderoso, el realmente unificador y que permitió cierta armonía de apariencia democrática es la corrupción.

En 2014, Peña Nieto dijo: “la corrupción es cultural…” Y en todos los foros muchos dijeron y pensamos que era falso porque le dimos un sentido de valor cultural en cuanto a historia y tradiciones, si en vez de eso hubiéramos entendido “cultural” en cuanto a forma de vida de la clase política y su permeabilidad hacia la sociedad, tendríamos que haber dicho: cuánta razón tiene este impoluto y guapo hombre.

Hay una definición -entre muchas otras- de tipologías de corrupción, me parece que es la de Salvador Camarena la que dice que hay de 3 tipos: blanca, gris y negra. La blanca siendo la “aceptada normalmente” como la mordida al policía, la gris ese limbo que divide opiniones y que es más de la empresa privada y de búsquedas personales de canonjías y aviadurías y que se acerca a la negra que es la que se considera (por supuesto por quienes no participamos de ella) despreciable.  Esta corrupción negra es la de las élites políticas y económicas, es lo que ha hermanado la gobernabilidad de los 30 años anteriores al régimen actual.

El fenómeno de la corrupción es muy espinoso combatirlo, partamos de que su medición es incierta por lo que el alcance del éxito en su combate es difícilmente identificable. Recientemente los datos de INEGI decían que el 14% de lo que gasta una familia se canaliza a corrupción, y en el caso de las familias más pobres ese número alcanza el 33%.

Hoy en día se habla de polarización bajo la estratagema de establecerla como generada por la continua crítica del presidente López Obrador a medios, ciertos empresarios e instituciones, cuando la polarización del país está realmente entre la pandilla que roba y ha robado por tres décadas y los robados. Y en esos dos grupos cabe de todo, en el primero: los beneficiados de manera ilegal de los recursos públicos vía comisiones, desviaciones de recursos, concesiones de servicios y recursos naturales, contratos amañados, nepotismo, improcedentes exenciones y devoluciones de impuestos, pagos a medios y periodistas para dar o callar información y dichos, dádivas para legislar en uno u otro sentido. Y en el segundo grupo, el de los robados: de manera muy resumida todos aquellos que vemos como nuestros impuestos se traducen en beneficios personales de funcionarios y los que carecen de servicios elementales de salud, educación, acceso a la justicia, luz, agua y alimentación.

Soluciones fáciles no las hay, seguir como se siguió en esas 3 oscuras décadas no es camino, intentar una en donde la cabeza del proyecto diga expresa, pública y reiteradamente que su propósito es barrer de arriba hacia abajo y que se muera en el intento a través de severo enjuiciamiento a políticos y funcionarios que se niegan a salir del entorno de gobierno, de establecer políticas públicas de corto, mediano y largo plazo, de exhibición pública de podridos personajes de la historia reciente y de intento permanente de judicializar los procesos que les descubran , les haga pagar por sus actos y les obligue a devolver parte de lo robado; me parece que ese a pesar de todas sus implicaciones y tortuosidad sí es el camino a seguir, tal vez el único que tenemos en esta etapa en que ese enorme grupo de políticos,  funcionarios y vividores del erario que se sienten agraviados, se han convertido en agresivos o taimados odiadores del proyecto 4T.

Los resultados positivos de esa nueva forma de entender el servicio público serán a mediano y largo plazo, lo único que no debemos permitir es acostumbrarnos a que así como ha sido, siempre tiene que seguir siendo.  Los niños y jóvenes de hoy, todos sin excepción, han vivido su vida completa en ese entorno, viendo cómo funciona el gobierno, viendo cómo cualquier funcionario de incluso bajo y medio nivel se enriquece repentina e inexplicablemente y que el servicio público representa la forma “legal” -en contraposición a la ilegalidad de la actividad de la delincuencia, particularmente el narcotráfico- de enriquecerse pronto.

La visión generacional de una nueva forma de relacionarnos y que la gobernabilidad política sea cohesionada por ideas y no por el robo de recursos públicos, en mi opinión representa el ideal del futuro político.

No nos podemos acostumbrar a la canalla.

Estándar