Las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter.
Ortega y Gasset.
La caja de Pandora que se encargó de abrir el gobierno calderonista encontró en el actual gobierno un camino para su cierre.
Uno de los argumentos en contra de las acciones y políticas que ha ejecutado el Presidente López Obrador es el que dice que ofreció regresar al ejército a los cuarteles. ¿Es una crítica válida? Este es uno de esos dilemas en el que solo conociendo la historia reciente del país podremos entender la forma en que se resolvió.
1.-
Recordemos que el ejército salió a la calle en la guerra sin sentido que organizó la dupla Calderón/García Luna; el primero por su necesidad de convalidar el fraude que “haiga sido como haiga sido” le llevó a la triste presidencia que usurpó y el segundo en su papel de capo de mafia y verdadero poder detrás del trono que requería “poderes de guerra” para actuar impunemente en los negocios de narcotráfico en que se involucró ese gobierno. Una guerra que al haber iniciado como una “farsa discursiva” no contó con estrategia alguna, y se convirtió en un “golpear al avispero” que como resultado generalizó la violencia en el país.
Esa guerra iniciada por el gobierno panista resultó costosa, cruel, atroz en el número de vidas humanas perdidas, y llevó al país a pasar de tener diversos cárteles y grupos delictivos bien identificados a fraccionarlos y fomentar nuevas generaciones de delincuentes que se enfrentaron entre sí, con consecuencias funestas para la sociedad. El papel de estos dos delincuentes, Calderón y García Luna, puede considerarse intencional, por una parte el del presidente enfundado en una casaca de guerra que le quedaba grande, en sentido literal y figurado, para simular ser el macho a cargo que le permitía resolver quién sabe qué complejos o problemas personales además de su conocido vicio; y García Luna, hoy detenido en Estados Unidos como la cabeza del cártel a quién convenía combatir a las bandas rivales a la suya propia. La desmemoria es lo único que puede hacer que no se hable del agravio que como país sufrimos y las consecuencias que persisten por el contubernio de estas dos personalidades y sus compañeros afines que hoy guardan silencio deseando que el tiempo borre la desventura de haberles permitido estar a cargo del país.
El miedo, horror y terror del incendio de guerra provocado en el sexenio calderonista permanece al día de hoy y serán años los que se requieren para que disminuya la violencia generada. Ese sexenio de crimen de inicio a fin sumió al país en una espiral de violencia inimaginable desde la época de la Revolución.
2.-
Durante los 30 años transcurridos en los gobiernos desde Salinas (1988) hasta Peña Nieto (2018), la corrupción en la obra pública se desarrolló como hiedra. No hubo negocio de obra pública que no llevara su consabido moche de comisión para los funcionarios que tuvieron la facultad de asignarlos. En toda las estructuras de gobierno, locales, estatales y federales, permeó esta forma de operar y como resultado el encarecimiento y mala calidad fueron la consecuencia de la rapiña.
En las más altas esferas se orquestó el saqueo por esta vía, inflar precios, adjudicar obras a un costo bajo para que resultaran ganadoras y en poco tiempo asignarles costos adicionales que duplicaban y más el precio pactado. Ejemplos no es que haya muchos, sino que hay todos. Pensemos en cualquier obra importante asignada por el gobierno federal y ahí encontramos esa forma de operar. No hay dinero que alcance para tal robo.
Tan solo dos ejemplos: el tren Toluca/México, en construcción aún, tuvo un costo estimado de 30,000 millones de pesos, el gobierno de Peña Nieto acabó pagando 60,000 y la única forma en que se pudo continuar con la obra para concluirla es gastar 20,000 millones más, es decir que de 30 mil pasó a más de 80 mil.
Para ponerlo en contexto, mientras que a los amigos del sr. Peña Nieto a quienes se asignó la obra se les pagará más de 50,000 millones de lo que cotizaron; el costo total de la vacunación COVID en México se calcula será de 35,000 millones. Y así de este tipo de historias está hecha la fortuna de algunos ricos con vocación en el negocio de la política.
Otro ejemplo es el de los turbios negocios del gobierno calderonista y la empresa Odebrecht acusada de corromper a buena parte de funcionarios en toda América Latina, funcionarios mexicanos del calderonato y el peñanietismo no serían la excepción. En el año 2010 (gobierno calderonista) Pemex asignó dos contratos referentes a la refinería de Minatitlán por 634 millones de dólares pero al final los trabajos se pagaron en más de 1000 millones de dólares, un caso más reportado por la Auditoria Superior de la Federación que no tuvo consecuencia alguna. La práctica del sobreprecio fue la tónica del gobierno panista, sí, de los panistas de golpe de pecho los domingos.
Y 3.-
Ante ambas realidades confirmadas que constatábamos y de algunas sospechábamos; el dilema para el gobierno del presidente López obrador de sacar o dejar al ejército en tareas de seguridad fue resuelto en la ley que creó la Guardia Nacional y que incluyó, ahora sí de manera legal, la operación del ejército y fuerzas armadas con un plazo límite de 5 años a partir del 2019 y con un actuar de respeto a los DDHH que fueron olvidados en los más de 20 años en que el ejército realizó tareas de seguridad sin un marco legal y constitucional.
Por su parte los proyectos de obra se asignaron al ejército para que fueran cumplidos en tiempo y forma, con costos reales y sin “moches” de por medio. Las obras fundamentales para el proyecto de la 4T como lo es el aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y carreteras por todo el país, no podían realizarse en manos de las mismas constructoras y con los mismos esquemas de asignación que siguieron en las últimas décadas.
¿Cuál es la diferencia entre el antes y el ahora de la participación del ejército en seguridad interna y obra pública? Por una parte en que el ejército permanece como una de las instituciones que más confianza da a la población y por otra, y creo que es la más importante, es que por primera vez en los últimos 50 o 60 años el Comandante en jefe es un hombre incorruptible y que respeta los derechos humanos y que provoca que esa forma personal de actuar resulte en la de sus subordinados. No es lo mismo una estructura militar responsable de respetar los derechos humanos que una involucrada en narcotráfico y flagrantes violaciones a la población como lo fueron Tlatelolco, Ayotzinapa, Tlatlaya, estudiantes asesinados del TEC y tantos otros casos más.
En la mitología griega Pandora al abrir la caja dejó salir todos los males, salvo la Esperanza que quedó dentro. ¿Qué si no es el camino de la 4T?