“Ladrones roban millones, y son grandes señorones.”
Alejandro Moreno (Alito), gobernador de Campeche de 2015 a 2019, cliente frecuente de las cirugías plásticas, acusado de malversación de fondos por más de 4000 millones de pesos es el presidente del PRI desde el 2019. Hace unos días organizó una asamblea en la que –junto con sus allegados- logró modificar los estatutos de su partido para permitir su reelección hasta el 2032.
El 3 de julio de 2000, México amaneció con lo impensable hasta entonces: el PRI perdía el poder después de 71 años. A partir de ahí vino la decadencia para llegar al punto de insignificancia en el que se encuentra a partir del 3 de junio de 2024.
Muchos son los factores que contribuyen en el ocaso del otrora poderosísimo partido que gobernó México por más de 70 años. Se puede hablar del fracaso económico lopezportillista, del fascismo diazordacista y/o del entorno corruptor que desde el gobierno de Miguel Alemán en 1946 se estableció como forma vivencial de los políticos mexicanos. Pero si hay que destacar uno como el principal es –sin lugar a dudas- el hartazgo ciudadano por el modelo neoliberal que, en mancuerna con el PAN, lograron establecer en México a partir del gobierno de Miguel de la Madrid en 1982.
La historia de aquel PRI postrevolucionario, fundado por Plutarco Elías Calles como Partido Nacional Revolucionario (PNR), refundado por Lázaro Cárdenas como Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y vuelto a refundar por Manuel Ávila Camacho como Partido Revolucionario Institucional (PRI) explica en parte el México moderno: hasta antes del neoliberalismo con aciertos en la creación de instituciones como IMSS, INFONAVIT e ISSSTE.
A partir del fundamentalismo de mercado -ese neoliberalismo del que se enamoró la camarilla de De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto- la debacle nacional: crecimiento de la pobreza, desigualdad e inseguridad. Todo lo que tocó el neoliberalismo lo convirtió en podredumbre, las pocas mujeres y muchos hombres que participaron cogobernando ese modelo se corrompieron, con honrosas excepciones, hasta la médula, no hubo político pobre, como acuña el priista Hank, «político pobre es un pobre político» (Al hablar del priismo incluyo a Fox y Calderón porque aunque panistas mantuvieron el mismo modelo, y como bien se les dijo y repitió el presidente, ambos partidos son lo mismo (o expliquen si no a la botarga rosada como candidata de ambos institutos))
El mismo presidente Peña Nieto, en un arranque de sincero cinismo osó decir que la corrupción era un asunto cultural, proyectándose a sí mismo y a las élites políticas y económicas que le manejaban.
Detrás de la reforma a los estatutos priistas que impulsó Alito el reeleccionista, no hay alguna razón de peso, tan solo una razón del manejo y distribución de ¡12 mil millones de pesos! que se estima es lo que recibirá de financiamiento público el moribundo partido en los siguientes 8 años. Porque no importa que esté agonizando porque los dineros le llegarán, por supuesto, eso también pasará. Además que algunos mal pensados creemos que controlar el PRI y haberse otorgado una Senaduría para los próximos 6 años le da el fuero suficiente para evitar que la justicia le persiga. Pero como digo, eso es cosa de mal pensados, porque Don Alito no es que quiera echarse a la bolsa harta lana y tener fuero, simplemente tal vez, solo pretende beneficiar e iluminar con su sapiencia el destino nacional.
Eso sí, ese Alito, el que se quiere reelegir, tiene sus logros: desde que asumió la dirigencia nacional ha demostrado ser un original perdedor. Ha llevado al tricolor a la derrota en 11 gubernaturas, en 2021 perdió las gubernaturas de Sonora, Sinaloa, Zacatecas, San Luis Potosí, Tlaxcala, Colima y Campeche (del que él fue gobernador). En 2022 perdió Hidalgo y Oaxaca, y en 2023 el Estado de México. Gracias al PAN hoy gobierna únicamente dos estados, en 2018 el PRI gobernaba 17.
Entre 2020 y 2023 el PRI perdió más de 650 mil afiliados. En la Cámara de Diputados, cuenta con tan solo 49 legisladores, 11 de mayoría relativa y 38 de representación proporcional, es decir el 9.8%. En el Senado de la República, el PRI solo tiene 9 de 128 escaños.
El pasado 2 de junio se completó el daño de su gestión: respecto a 2018, el partido pasó de nueve a 5 millones de votos en la elección presidencial.
Con esos logros el hombre se busca reelegir, con esos logros lo hará porque ha cooptado a la mayoría de aquellos que tienen derecho a voto. La purga de quienes se le oponen se ha dado de dos formas, la mera expulsión o la salida motu proprio de quienes saben que ese barco ya se hundió.
Alejandro Moreno, el reeleccionista, suma demandas y señalamientos por corrupción y enriquecimiento ilícito, desvío de recursos y violencia política de género. Son tantos los negativos que suma este dirigente del otrora importante partido, que sumado a su fracaso de gestión bien se puede afirmar que es el político más fracasado y con mayores negativos en la vida política del país.
Si los priistas tienen a este dirigente es porque les resuena, les hace sentido, les identifica, si la oposición conservadora va de la mano -en esa malformación rosa- con este dirigente sucede lo mismo, les hace verse en su propio espejo, se ven tal cuál son.
Sí, que se reelija, mientras no haya una oposición pensante, decente y digna de un país como México, mientras los de rosa se sigan viendo el ombligo; es justo que su liderazgo sea ejercido por uno de los peores dirigentes partidistas de la historia.
En la 4T le extendemos nuestros parabienes al enterrador del PRI.