Guerra, Historia, Mundo, Rusia, Ucrania

¿Por qué Ucrania?

Una cosa es el largo plazo para el que podemos pensar en Imperialismos, Otanes, Élites,  Capitalismo etc. y otra es lo inmediato, y lo inmediato es que se está destruyendo a un país, prácticamente se está viviendo un genocidio ante la cara del mundo, y, ante tal circunstancia de hechos se requiere recibir “ayuda” de quien la aporte. No hay contradicción, es tan solo realidad.

Se puede discutir la intención de Occidente, principalmente de Estados Unidos y algunos países de Europa; nadie es ingenuo como para creer que buscan la paz y el bien de Ucrania per se; no, para ellos no es Ucrania, son sus negocios y es su enfrentamiento con Rusia; sin embargo, detenernos en ello es permitir la tragedia humanitaria que está sucediendo ya por varios meses y que ha acabado con ciudades, vidas, economía e infancias.

Se le quiebra la voz a Yuliya Yurchenko al presentar su ponencia: “Ucrania, Autodeterminación y Guerra Imperialista” en el foro de conferencias  Socialismo 2022 que se realizó el fin de semana pasado en Chicago bajo el patrocinio de decenas de organizaciones que promueven propuestas de “izquierda” ante los ingentes y urgentes problemas que afectan al mundo.

Yurchenko, es catedrática de Economía Política en el Instituto de Economía Política, Gobernanza, Finanzas y Responsabilidad de la Universidad de Greenwich, Reino Unido, y vicepresidenta de la Critical Political Economy Research Network; se ha convertido en una de las voces más importantes en la diáspora ucraniana para explicar el conflicto desde una visión local, afectiva, real, una visión que incorpora el olor del polvo de las ciudades destruidas, los cuerpos de familias masacradas, las lágrimas y locura de mujeres violadas.

En 2018, escribió “UKRAINE and the Empire of Capital” bajo el sello PLUTO PRESS, libro que se convirtió en un importante análisis económico político que sirve para entender el desarrollo ucraniano en la era post soviética; en este libro presenta sin ambigüedades la realidad de su país enfrentado en rivalidades locales, cleptocracia, guerra por los recursos naturales y hace ver el peligro de los grupos crecientes de extrema derecha. Nada le es ajeno, conoce bien la dinámica y los conflictos de su propio país y no exime a nadie de responsabilidades que tangencialmente se encuentran en el conflicto actual.

Sin embargo ahora que estalló la guerra provocada por la invasión rusa, no como algo nuevo dado el antecedente de la invasión de Crimea en 2014; Yurchenko hace una clara distinción entre la situación de su país con problemas propios de un país soberano e independiente y la invasión por parte de la potencia rusa.

En los últimos conteos, el saldo de muerte alcanza decenas de miles de muertos ucranianos; cientos de niños desaparecidos, muchos sacados del país y enviados a Rusia con el fin de chantajear a sus familias o de plano para darlos a familias rusas y que dejen atrás su historia y recuerdos ucranianos (nada distinto a lo sucedido en las dictaduras latinoamericanas, es bien conocido el caso de las “Abuelas de Plaza de mayo”, madres argentinas en busca de sus hijos y nietos víctimas de desaparición forzada); violaciones y agresiones sexuales a mujeres principalmente pero también a hombres y niños, esto como renovada y perversa forma de guerra; todo lo documentado a la fecha no es sino lo que se enjuiciará en un futuro, sin embargo, la guerra sigue, no tiene para cuando acabar.

En México, la historia bien conocida, aunque irrelevante para la derecha de este país, nos recuerda que en una invasión similar (territorial) por parte de Estados Unidos, nuestro país acabó perdiendo parte de lo que hoy son los estados de Wyoming, Kansas, Oklahoma y todo Texas, California, Utah, Nuevo México y Colorado; medio país fue invadido y apropiado por el país vecino. De este hecho y de la historia de muchas otras invasiones por Estados Unidos incluyendo sanciones económicas a quienes no comulgan con sus ideas, es natural que para muchos aquí nos derive en una absoluta desconfianza al interés gringo en “apoyar” la defensa ucraniana en esta invasión por la Rusia de Putin. Porque Estados Unidos y sus aliados pasarán la factura y liquidarán la economía de Ucrania como lo hicieron con la de Irak, sí, eso también pasará. Pero esa será otra historia.

La conjunción de dos ideas: por parte de Vladimir Putin de que Ucrania en realidad no es un país y que su población debe ser desnazificada y, la de Estados Unidos y el presidente Biden (a quien le estalló el conflicto) que –refiriéndose al mundo- ellos hacen las reglas y ellos dan las órdenes es la tormenta perfecta para la tragedia en el corazón de Europa.

El mundo está loco, loco, loco, (parafraseando la película de 1963 dirigida por Stanley Kramer) aunque contrario a la película la realidad actual no tiene nada de cómica: problemas mayúsculos en Irak, Siria, Yemen, Etiopía, Myanmar, bloqueos económicos a  Cuba, Venezuela e Irán; consecuencias económicas por la pandemia, refugiados y desplazados en decenas de millones de personas, inflación, interrupción de cadenas de suministro, desabasto de energéticos; la huella indeleble del conflicto de potencias está presente; estamos viviendo una vez más el infinito reacomodo de imperialismos.

Sin embargo, la guerra de Ucrania para defenderse de la invasión rusa en una lucha absolutamente legítima y democrática. Esta verdad no niega la corrupción de la oligarquía política que rige ese país en las últimas décadas, no niega tampoco la presencia de nacionalistas de ultra derecha en sus estructuras militares y políticas; no niega nada pero, Ucrania es un país independiente que hoy se encuentra sometido, invadido y en proceso de destrucción.

Es necesario separar la idea de la dualidad política mundial con los hechos reales, puntuales y trágicos: Ucrania está siendo masacrada por Rusia, es una tragedia ante los ojos del mundo.  Ucrania requiere solidaridad (no de banderita en redes sociales por convivir), alimentos y dinero; y tiene por necesidad de subsistencia que tomarlo de quien sea, de quien lo provea, aunque la factura llegue más temprano que tarde.

La solidaridad con Ucrania no puede ni debe confundirse con apoyo a la política norteamericana en su conflicto con China a través de Rusia; es necesario separar la necesidad humanitaria de apoyar a Ucrania por Ucrania misma; no podemos permitir o conformarnos con que un país independiente, otro más, sea devastado por fuerzas exógenas. Que se jodan los rusos y los estadounidenses, quien sea, pero es hora que sus batallas las den en sus casas o no las den. La idea de un pacifismo no es más una ingenuidad, es una urgente necesidad que evite el fin de la civilización de la mano del desacuerdo de potencias nucleares con derecho a veto en las Naciones Unidas para hacer lo que les da la gana.

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AMLO y el mundo en la 4T

“¿No que no tronabas pistolita?”

Es lógico que no lo soporten, es lógico que al verlo intentando cambiar las cosas y hacer que se respete la soberanía y la no intervención en asuntos de otros países lo rechacen, es lógico que cuando advierten que México recupera la tradición de asilo a perseguidos políticos se crispen. Es lógico porque es la forma que tienen los conservadores mexicanos de negar su incuestionable mentalidad de colonizados y su noción cultural de inferioridad en que se ven frente a otros países.

La historia de la diplomacia mexicana durante el siglo XX y lo que va del XXI reúne importantes  eventos que bien se pueden agrupar en tres formas de relacionarse con el mundo. Cada una de ellas bajo las propias circunstancias de la geopolítica del momento, de la realidad que nos presenta la vecindad con Estados Unidos y de la personalidad de los presidentes y secretarios de relaciones exteriores y los embajadores mexicanos, todo esto con el apoyo de un gran grupo de personal de carrera que independientemente del gobierno en turno defiende los intereses del país .

De manera muy breve esbozo algunos de estos momentos de la diplomacia que han marcado a México:

En un primer grupo de eventos durante el periodo postrevolucionario y hasta el inicio del neoliberalismo en la década de los 80, México, bajo la idea fundamental heredada de Benito Juárez que encierra en su conocida frase «… el respeto al derecho ajeno es la paz», se caracterizó por hacer valer su soberanía y no intervención en los asuntos de otros países, usando como instrumento la Doctrina Estrada que se promulgó en 1930 y que dice en esencia: El gobierno mexicano no califica ni precipitadamente, ni a posteriori, el derecho de las naciones para aceptar, mantener o sustituir a sus gobiernos o autoridades. En 1931 en que México se incorpora a la Sociedad de las Naciones (antecesora de la ONU) el país estableció su posición a favor del derecho internacional, del principio de no intervención y del derecho de autodeterminación de los pueblos y siempre apoyó el principio de resolución pacífica de diferendos internacionales, así como rechazó el uso de la fuerza en las relaciones internacionales.

La política de Asilo a perseguidos políticos como fueron los casos de Trotsky, de Menchú, de Cámpora, del Shah de Irán y de Hortensia Bussi entre otros, son emblemáticos del papel que ha jugado México en los asuntos internacionales.

El activismo de Gilberto Bosques, cónsul en Francia nombrado por Lázaro Cárdenas como  su enviado personal en Europa al inicio de la segunda guerra mundial y que fue capaz de otorgar más de 40,000 visas y salvoconductos para que perseguidos del fascismo se refugiaran en México (por lo que se le conoce también como el Schindler mexicano) y que alquiló dos castillos en Marsella para esconder a hombres y mujeres (principalmente españoles) y evitar así que fueran capturados por los nazis, lo que le costó ser apresado junto con su familia por la Gestapo hasta 1944 en que se le permitió regresar al país (Por cierto, qué corta memoria la de la monarquía y partidos de derecha españoles)

En 1948 México se incorpora a la OEA y participó en ella activamente en la construcción de un sistema de resolución de conflictos en Latinoamérica.

En 1967 México firma bajo la conducción del canciller mexicano Alfonso García Robles, el Tratado de Tlatelolco que proscribe las armas nucleares en América Latina y el Caribe, por este éxito diplomático García Robles recibió en 1982 el Premio Nobel de la Paz.

Es también fundamental la participación de México a principio de los 80 en el establecimiento de la paz en Centroamérica como miembro del Grupo de Contadora junto con Venezuela, Colombia y Panamá al margen de Estados Unidos.

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En un segundo grupo, se podría llamar el de los vende patrias y traidores, a partir de la segunda parte del gobierno de de la Madrid -ya inmersos en el neoliberalismo- y hasta el gobierno de Peña Nieto, México plegó los intereses del país a los del mercado y a la política que le marcaban los dictados norteamericanos y los grandes grupos empresariales del mundo que se beneficiaron de la repartición de las empresas nacionales.

En este periodo neoliberal México no solo dejó de hacer valer la importancia de su independencia diplomática sino que aquí encontramos la mayoría de escándalos en el servicio exterior: los gastos suntuosos del embajador Carlos Flores, nombrado por su amigo Fox,  en la OCDE, que gastó a costa del erario mexicano miles de dólares en almohadas y colchones para su casa y más de 1,3 millones de dólares en una casa en París.  O en el gobierno calderonista el caso del embajador Trejo Nava que en la embajada de Arabia Saudita tenía un expendio clandestino de alcohol en un país en donde su ley prohíbe su tráfico y consumo.  O el caso de Francisco Arroyo, embajador ante Uruguay en el gobierno de Peña Nieto que escondió fondos por más de 1 millón de dólares en Andorra.

Y como olvidar el ridículo de la comitiva de Vicente Fox en China ya con Jorge Castañeda como secretario de relaciones, tocando las estatuas y posando junto a los guerreros de terracota en el Museo de Guerreros y Caballos de Terracota, considerados como la Octava Maravilla del mundo y donde tenían prohibido su ingreso. Y el mismo Fox y su esposa «Martita» haciendo turismo al vaticano para lograr la anulación de sus matrimonios previos.

Estos escándalos y eventos grotescos a nombre del país tuvieron su epítome en el famoso “comes y te vas” que le endilgó Fox al presidente Fidel Castro para que no se enojara el presidente Bush por su presencia en México. Pero unos años después se subió la vara de vergüenza con la conducta del presidente Peña Nieto y sus cancilleres José Antonio Meade y Patricia Espinoza de derroche y ostentosidad en los viajes turísticos por todo el mundo en el invendible (por caro) avión presidencial que costó 218 millones de dólares, acompañado de la actriz que fungía en el papel de su esposa «la gaviota» y sus amigos, familia, maquillista, peinador y demás garrapatas del erario.

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Y finalmente en una tercera etapa, ya en el lopezobradorismo, en el que se recupera la política de asilo (el de Evo Morales es un claro ejemplo), la no intervención en las decisiones de otros países, mayor cooperación para el desarrollo con los países de Centroamérica, acciones en beneficio de las personas migrantes, y un radical cambio en eso de ser alfil de las empresas de armamento con el pretexto de la iniciativa Mérida y programas como Rápido y Furioso que inundaron al país de armas. Y es ahora que hay un alejamiento de la OEA tras convertirse esta en un organismo golpista como lo fue en el caso de Bolivia y en un momento en que su secretario general Almagro se ha decantado por actuar a favor de la ruptura democrática en el continente.

El papel de gestión diplomática de México en el mundo se reactiva, Noruega propone a México para que aquí se realicen conversaciones de mediación entre Venezuela y la oposición, lo que ya está sucediendo en este mismo momento. También el país, de la mano de su cancillería, ha realizado una gestión exitosa tanto en conseguir vacunas covid de todos los fabricantes en el mundo como en donar cientos de miles de ellas a países con menores posibilidades económicas. La relación con Estados Unidos, siempre complicada, ha sido sorteada con posiciones claras que ponen en la agenda asuntos que le interesan a México y que sin confrontar marcan un contraste con el yes sir, yes sir al que se doblegaron los gobiernos priistas y panistas. Y en la relación con España, uno de los socios comerciales más importantes, se puso un rotundo alto al saqueo instrumentado por algunas empresas de ese país en colusión con ex funcionarios; este último punto explica el enfriamiento de la relación entre la monarquía y los grupos de extrema derecha españoles con México (tendrán que entender en España que la circunstancia ya no es la misma, ya no hay espejitos que les sirvan)

Lo anterior, entre otras cosas, ha llevado al Presidente López Obrador a ser evaluado entre los tres mejores presidentes del mundo desde el 2019.  Nada mal para el hombre que dicen que “no habla inglés”

Así que sí, se entiende y es lógico que no lo soporten, que lo odien incluso. La independencia, dignidad y soberanía no están entre los afectos de los conservadores que antes que hacer algo por su país de origen preferirían ser colonia norteamericana. Y esta es la historia.

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