4T, Lealtad, México, Moral pública

¿Qué vamos a ganar?

¿Dónde hay un ejemplo semejante, toda una nación, una nación entera que haya perdido todo su patrimonio?  Humboldt.

Llevan décadas calumniando a López Obrador, ¿por qué nos sorprendería que una vez en el gobierno dejaran de hacerlo? lo declararon un peligro para México, lo desaforaron, pretendieron encerrarlo y sacarlo de la vida pública. Fox y Calderón alineados con las élites económicas pusieron toda la fuerza del estado en su contra, gastaron muchos recursos e influencias para acabarlo y sacarlo del mapa político, le crearon una guerra sucia para evitar verlo en la presidencia y nada les funcionó –no antes y no ahora-; no vieron que detrás de él estamos muchos; creyeron que se trataba de la lucha de un hombre cuando a lo que se enfrentaron es a la voluntad de un grandioso pueblo; ese pueblo al que no conocen y no entienden. No, no es solo López Obrador, es un México que ya no se deja y que tiene un proyecto que significa que ahora sigue Claudia, pero, ¿para qué? Aquí va mi explicación:

En el juego formal en que se organiza la competencia electoral los partidos políticos buscan ganar, ese es el sentido de su existencia, se conforman como organizaciones políticas para buscar y ejercer el poder.

¿Poder para qué?, sin duda para intentar incidir en la definición de la vida organizacional cotidiana y de la distribución y uso de los recursos públicos. Esto es lo que define a una organización política con un proyecto que se mueve únicamente en una tesitura económica en que a todo le ve cara de dinero, ganancia, compra-venta; en México tenemos un gran ejemplo en los 36 años de neoliberalismo que abarcan los sexenios de Miguel de la Madrid, Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. En esos 36 años el país perdió su patrimonio público de manera desbordada, las empresas de gobierno fueron rematadas o regaladas, se otorgaron concesiones de recursos naturales de manera escandalosa (la corrupción es también explicación), tierras obsequiadas a la minería, agua, minerales, ferrocarriles, carreteras, todo lo que pudieron regalar o rematar se hizo. Y eso fue una forma de ejercer el poder, sin duda.

Bajo una perspectiva más cultural, digamos que más holística, hay otra forma de ejercer el poder, una que incorpora tres cosas a la facultad y definición de las reglas económicas: el beneficio colectivo, el ritual público y la emoción. Y esto, es otra forma de ejercer el poder, también sin duda. He aquí el dilema moral que queda patente entre derecha e izquierda; gobernar para los negocios, las empresas y los funcionarios que se enriquecen en su gestión o gobernar para el beneficio de todos. Me remito a Robespierre, líder de la Revolución francesa, presidente de la Convención Nacional en dos ocasiones: “Ningún hombre tiene el derecho de amontonar grandes cantidades de trigo al lado de su prójimo que muere de hambre. ¿Cuál es el primer objetivo de la sociedad? Mantener los derechos imprescriptibles del hombre. ¿Cuál es el primero de esos derechos? El derecho a la existencia” *

  • El beneficio colectivo: en la 4T se definió en la frase “Por el bien de todos primero los pobres”, se ejecutó en las políticas sociales y económicas de becas, pensiones, incrementos al salario, desarrollo de zonas marginadas (principalmente sur, sureste), buen manejo de las variables macroeconómicas, obras públicas de utilidad para las mayorías: carreteras, trenes, caminos, sistemas hidráulicos, refinerías; austeridad en el gasto público, entre otras.
  • El ritual público: la cercanía con los ciudadanos por parte del presidente, el respeto a las costumbres de los pueblos, el “yo me hinco donde se hinca el pueblo”, la comunicación diaria (la Mañanera, siempre denostada y ahora imitada) que marca la agenda de información pública; la presencia constante del gobernante en todos los Estados; la reiteración de la historia como fuente del presente; la insistencia en no olvidar que la corrupción y los corruptos (con nombre y apellido) son quienes nos arrastraron al país que se recibió en el 2018.
  • La emoción: Las encuestas marcan que la apreciación al presidente López Obrador es además de mayoritaria (como nunca antes la ha tenido ningún otro presidente mexicano desde que se tienen estas mediciones), transversal, es decir que cruza todos los segmentos de edad, escolaridad y clase social. No me refiero a si hay de por medio una decisión de voto a favor o voto en contra, me refiero al hecho de que la mayoría de los ciudadanos de este país, en rangos que alcanzan el 80% considera que se ha hecho un buen trabajo. ¿Y qué tiene que ver esto con la emoción? Tiene que ver con que hay un sentimiento generalizado que vislumbra un futuro mejor, que ve que bajo una forma distinta de gobernar, bajo un estilo personal de gobernar (Cosío Villegas dixit): los más desposeídos, los más viejos, los menos preparados porque no se les permitió estudiar, las minorías “inexistentes”, las mujeres en general; todos los que fueron dejados de lado, desechados, por un capitalismo atroz; hoy ven políticas públicas que les incluyen y sobre todo hoy tienen esperanza. Pienso en Antonio Machado cuando dice: “Dice la esperanza: Un día/ la verás, si bien esperas./ Dice la desesperanza:/ Solo la amargura es ella./ Late, corazón… No todo/ se lo ha tragado la tierra”. Y la esperanza, contrario a lo que el conservadurismo y la derecha mexicana dice, no es meramente simbólica, y por no entender esto es que se encuentran tan lejos de todo: del cariño de los ciudadanos y, de lo que más o únicamente les importa, de sus votos.

¿Para qué queremos ganar el próximo junio de este año quienes somos parte del proyecto 4T?

Para continuar con un proyecto, llámese o no Humanismo mexicano -ese decir de López Obrador que retoma del autor romano Publio Terencio “nada humano nos es ajeno”, añadiendo que: nutriéndose de ideas universales, lo esencial de nuestro proyecto proviene de nuestra grandeza cultural milenaria y de nuestra excepcional y fecunda historia política”.

Queremos ganar para ejercer una idea que convertida en acción habla de justicia, soberanía, igualdad y libertad para todos. Queremos ganar para que en continuidad pongamos el siguiente piso de la 4T, en mejorar lo que se hizo, en corregir lo que se hizo mal, en hacer lo que no se hizo; pero siempre e invariablemente sin permitir un regreso al pasado que hoy representa el prianismo y la oposición conservadora, corrupta y de derecha que se mantiene al acecho.

No somos esos tibios que se llaman izquierda democrática, que con su pasividad acompañaron la construcción del neoliberalismo, no somos esos marchantes de colores en defensa de lo indefendible y no somos bajo ninguna circunstancia de esos que hablamos de libertad si se refiere a esa libertad negativa del neoliberalismo que se repliega y acota en un individuo, sino que somos quienes pensamos en la libertad a través de la acción e inteligencia colectivas, en comunidad, en ciudadanía. Para eso queremos ganar.

* Georges Labica: Robespierre: una política de la filosofía, El Viejo Topo, Barcelona, pp. 52-53

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Hombres necios que chaqueteáis

«Eres como el mortífero veneno que daña a quien lo vierte inadvertido, y en fin eres tan malo y fementido que aun para aborrecido no eres bueno.»

Sor Juana Inés de la Cruz.

¿Recibimos cascajo? ¿A cambio de qué? No nos basta con haber sufrido a la panista Lilly Tellez y a Germán Martinez que -una vez que tuvieron los puestos -una como senadora y el otro panista como Director del IMSS-, traicionaron a López Obrador y su gobierno y ahora los vemos convertidos en falaces enemigos de Morena.

Bien dice el dicho: Perro que come huevos ni quemándole el hocico; si son conservadores, reaccionarios, derechistas, mochos, adoradores de lo extranjero; ¿Como que por qué de repente en Morena queremos allegarnos de esos cuadros?

Pragmatismo sí o pragmatismo no. No podemos olvidarar que no sólo queremos ganar elecciones y ganar mayorías sino que queremos el Plan C que es la suma de votos a favor de nuestras propuestas. Y ahí es donde el puerco tuerce el rabo porque a veces su pragmatismo chapulinesco no les da para aprobar cosas en las que no creen. Sí creen en el puesto pero no creen en la responsabilidad que conlleva.

Pongan atención a un caso que viene, no diré nombres: una señora que ha dicho cosas como preguntarle al hijo del presidente que cuánto roba, o que dice que nunca había visto a un presidente más ignorante que Lopez Obrador, que AMLO ha dañado a los pobres, que llena el Zócalo con acarreados, señora por cierto comparsa de Lily Tellez; ahora busca su respectivo hueso en Morena Puebla, haciéndole la barba a un posible precandidato morenista. ¿Va a llegar pronto a Morena?

Un galardonado deportista, halagador priista y después panista, odiador de la 4T, diputado que votó en contra de la Reforma Eléctrica y que el que ésta no tuviera los votos suficientes para pasar le provocó festejar. Éste señor, hace apenas dos o tres semanas, acompañado del dirigente del PAN Marko Cortés, le levantó la mano a la Sra. Xóchitl -la de las gelatinas para mayor referencia- en señal de apoyo a su “futuro presidencial”. Y unos cuantos días después, así de repente (como en transfiguración) lo vemos en fotos con Claudia Sheinbaum, nuestra futura presidenta, y es recibido en Morena con aplausos de parte de diputados de nuestro partido. Él va sobre un puesto en Yucatán, ¿nosotros vamos sobre cascajo para reciclar?

Afortunadamente en Morena tenemos libertad de opinar, libertad de decir y libertad de criticar, podemos entonces decir que hay cosas que en lo personal no vemos bien y avanzar.

Si estratégicamente el presidente aceptó que ex gobernadores priistas al término de su mandato pasen a ocupar embajadas o consulados; hay una explicación: es el costo a pagar porque no intervinieron fraudulentamente en la elección en los estados que gobernaban. Algo así como que les pagamos porque no nos robaron la elección, en fin, esa es la maniobra que encontró el presidente, ante el tamaño de la ruindad panista/priista, para lograr triunfos que de otra forma hubieran sido burlados. Así la priista Pavlovich se acomodó en Barcelona, el campechano Aysa González en República Dominicana, el de Sinaloa Quirino Ordaz Coppel en España.

No podemos obviar el que Morena es un movimiento que aglutina a muchos: de hecho en nuestra declaración de principios, en el apartado 6 dice: Nuestro Movimiento reconoce su esencia en la pluralidad; MORENA es respetuoso de la diversidad cultural, religiosa y política a su interior. Nuestra acción individual y colectiva está sustentada en principios de honestidad, patriotismo y reconocimientos de las diferencias para forjar una nueva forma del quehacer público, alejada de los vicios y la corrupción de las prácticas políticas del actual sistema político, cultural y económico. Los integrantes del Movimiento deben tener presente en su quehacer cotidiano que son portadores de una nueva forma de actuar, basada en valores democráticos y humanistas y no en la búsqueda de la satisfacción de intereses egoístas, de facción o de grupo.

Pregunto, ¿qué tiene que ver lo anterior con un, imaginemos, me acuesto siendo panista y amanezco morenista?. Así el chapulineo político. Desayuno con la playera de Morena como con la del PRI y ceno con la del PAN. Para justificar mi bi o tri o cuatri polaridad argumento que es por convicciones y compromiso o porque fui iluminado… Pero la realidad es que la mayoría de esta clase de “políticos” busca estar con el ganador, busca la siguiente chamba y si no se la dan o pierde su apuesta, pues a lo que sigue, porque como dijo Marx, no Carlos sino Groucho: “Estos son mis principios, si no les gustan tengo otros”.

El PAN es derechismo, es individualismo, es intolerante, no acepta el laicismo, es conservador y ha sido permanente y duramente agresivo hacia los chairos morenistas. ¿Estos panistas que se convierten en morenistas de la noche a la mañana se han deslindado?

Ojo con dar por bueno ese desdibujamiento ideológico como el que mató al prd al haber votado las propuestas de pri y pan en aquel pacto por México, eso explica también porque muchos perredistas se convirtieron al panismo; y no nos embrollemos porque la política es la política, es decir que muchas veces hay que tragar sapos en busca de un bien mayor, en 2018 nos convertimos en un movimiento que para lograr mayorías como las que obtuvimos tuvimos que “cachar” a varios indeseables, nos hicimos pragmáticos. Hay un concepto que se llama el “catch all”, lo ideó el politólogo alemán Otto Kircheimer, se caracteriza porque, “en aras de buscar un mayor número de votantes, deja de sustentar una ideología específica, y adopta planteamientos no radicales, tratando de que el mayor número posible de ciudadanos coincida con sus posturas; de este modo caben en él personas pertenecientes a prácticamente todas las tendencias ideológicas o, inclusive, aquéllas sin ideología, pues el partido no tiene un eje ideológico bien definido”.

Pregunto, ¿no tenemos un eje ideológico? ¿No es nuestra propuesta acabar con las formas del pasado? ¿Lo vamos a hacer invitando a los políticos del pasado?

¿Cómo funciona?, ¿hoy soy conservador, misógino, en contra de legalizar el aborto, pienso que el pobre es pobre porque quiere y mañana me paso a Morena y ya no lo soy?

Al rato vamos a recibir los trozos perredistas que después que traicionaron al movimiento, a López Obrador, que se unieron al PAN y que dicen que son “izquierda moderna” mientras vituperan a la 4T; querrán chapulinear porque están a punto de desaparecer del mapa, no falta mucho para que los veamos haciendo brincos, maromas y machincuepas para «explicar» su conversión. Y en este desfiguramiento hasta cabida podría tener Alazraki (por un poquito más de 25 pesos) o Ricardo Anaya.

Se vale, cada persona es libre de elegir el partido que quiera, de optar por pertenecer a un movimiento u otro; eso no está en discusión, en este sentido no hay “purismos” que valgan. Mi punto es que en sentido opuesto, es decir desde el punto de vista de a quienes recibimos y para qué, nuestra responsabilidad es que no les podemos dar puestos en un determinado tiempo, no pueden llegar a “recibir”; antes tienen que “demostrar”. Debe prohibirse nombrarlos a puestos de elección o a puestos en los gabinetes por el solo hecho que se cambiaron de partido y traen “grupo”, que le talacheen primero. Si no queremos Lilis Tellez o Germanes Martinez, no los creemos, o ya mínimo pidamos que se vayan de rodillas a la basílica a expiar sus pecados y luego vemos. Tenemos las coaliciones para lograr votaciones con distintos partidos, usémoslas, pero no confundamos al electorado con un pasticcio infumable.

El pragmatismo político tiene límites, ¿Quién los pone, quién le pone el cascabel al gato en época de chapulines?

¿Por qué se les llama chapulines? Se les llama así por su capacidad de dar saltos -que desafían lineamientos ideológicos o programáticos, e  invariablemente caer de pie, por disparatado que luzca el cambio, caen de pie. Es decir, en su caso,  caen con chamba porque sí, solo porque sí, no porque hayan construido nada en el movimiento.

Ya no somos nuevos, tuvimos 5 años para formar gente, no necesitamos reciclar políticos ¿o sí? El chapulineo no es nuevo, es práctica en el mundo y en México, el ropaje de pragmatismo es consustancial a los busca chambas en los gobierno, para ellos el país es lo de menos, el proyecto ni se diga; es, entonces, en el partido en donde debemos poner las reglas. Algo así como: nos reservamos derecho de admisión.

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El que no va a ser

Al perro que tiene dinero se le llama señor perro.

Proverbio árabe.

Pero no lo es, llámese como le gusten llamarlo sigue siendo perro. Aunque se diga el sucesor, la mejor opción, el dialogante, el de experiencia, el amigo de todos, el queda bien; sigue siendo perro. No hay cabida por la puerta de la candidatura al 2024 por la 4T para el marcado por la traición.

En pocos meses se definirá la candidatura de MORENA y aliados para la presidencia a votar en el 2024. En dos años habrá un nuevo presidente para el siguiente sexenio, elegirlo es una de esas decisiones que marcarán un camino de no retorno, no podemos equivocarnos si no queremos regresar al reciente pasado. La tarea de un próximo sexenio es consolidar lo realizado, cerrar las puertas a retrocesos a que hoy aspiran los defenestrados del neoliberalismo, a permear -por sus resultados- las bondades del proyecto 4T y a generar nuevos futuros con menos desigualdad. Eso es mucho y eso no es tarea para cualquiera.

Más allá de preferencias personales para optar por quien sí, hoy ya tenemos razones suficientes para saber por quien no. El que no será por la 4T.

Las certezas, datos duros, escenarios analizados y el espíritu social actual, nos dicen que el candidato que presente la coalición que hoy gobierna será la o el próximo mero mero. La siguiente tlatoani, el mesías que no deje dormir al krausismo, la nouvelle dictadora del dresserismo fácil, el chairo mayor.2, la nueva receptora del insulto clasista y vulgar o como le quieran llamar Loret, Brozo, Aguilar Camín, Diego y demás secuaces, saldrá de las filas del movimiento que en 4 años ha ganado 22 gubernaturas, la mayoría de congresos estatales y que eligió en 2018 al presidente que, hoy, faltándole 2 años para dejar el puesto, se mantiene como el segundo mejor evaluado del mundo y que en México tiene niveles de aceptación en rangos de 70%.

Si esto es así, pues es fácil deducir quien no será candidato.

La crónica de vida de López Obrador lo dice en su historia bien reseñada en hechos: no mentir, no robar, no traicionar, es su guía de acción. Quien no siga esta guía no será candidato.

La aventura en la construcción de un partido como MORENA inició precisamente para alejarse de las políticas gatopardistas de hacer para parecer –sólo parecer- cambiar; de la venta neoliberalista del país; de la traición perredista que se plegó al pacto por México peñanietista; de la acostumbrada caravana hipócrita al poder;  del acuerdo en lo oscuro para castigar a las mayorías; del compromiso insustancial por quedar bien con todos; del juego de «izquierda» conservadora y naif para pactar con PRI y PAN. Quien no tiene la intención de alejarse de estas prácticas no será candidato.

La coalición lograda con partidos PT, PVEM,  –distintos a MORENA en muchas cosas- se fundó bajo un tronco común de votar a favor de un único proyecto, no varios proyectos producto de algún dirigente ególatra de ocasión. Con esa coalición el gobierno se ha enfrentado denodadamente al embiste diario, sostenido y “copeteado” de las élites y sus personeros incrustados en el poder y en los medios. Quien en este contexto juega al mediador, al medias tintas, al no soy de aquí ni soy de allá, no será candidato.

La 4T en su conjunto, la que incorpora no solo a partidos y dirigentes sino a la sociedad mayoritaria de este país, se enfrenta decididamente a las resistencias que hay, de pocos pero ruidosos con mucho poder y dinero, ante cada proyecto o política en su beneficio, y se encara permanentemente con las mafias del pasado tan vigentes en los juzgados, los medios de comunicación, los poderes legislativos y gobiernos corrompidos hasta la médula, para defender la causa justa en la que se fundamenta el nuevo espíritu social de esta transformación. Quien no esté de este lado (¿es ésta la polarización que le gusta mentar a algunos?), sin ambages y medianías no será el candidato.

Decía Aristóteles: “El castigo del embustero es no ser creído, aun cuando diga la verdad”

Hay un interesado en el puesto: bien conocido, de larga trayectoria política, en su juventud considerado uno de los futuros líderes de México; uno que se sabe mover para salir en la foto, ha tenido importantes puestos, fue gobernador en su estado, lo llevamos al Senado, le dimos derecho de picaporte presidencial y a pesar de ello su deslealtad hace que todo le sea insuficiente.

En su afán narcisista y su deseo inconmensurable de poder,  sacó un pie del proyecto lopezobradorista, morenista, cuatroteista, para ponerlo en el tablero opositor, hoy mide su chantaje en su engolada palabrería. Usa términos como democracia, derechos, libertades y tolerancia que, una vez que salen de su boca se escuchan como yo, mí, me, conmigo para desinflarse como globos y pasar al olvido. No se le recuerda un planteamiento o proyecto, es un hombre de momento, es un hombre sin sustancia.

 No se ha ido pero ya se fue, lo sabe y lo sabemos; el momento de su partida lo mide como buen calculador que cree que es; está herido en su ego y planea su redención haciendo explotar todo lo que pueda. Quiere vender cara su deslealtad aunque del otro lado es mero artificio para intentar dinamitar el futuro de la 4T, no lo quieren, lo necesitan no para crecer con él sino para hacer daño; le podrán dar mucho dinero y beneficios pero en su traición cancela su futuro de primer nivel político.

Llama la atención que su derivación narcisista le haga acompañarse de gente moralmente grotesca, siempre lo verán asistido o asistiendo a una troupe de hombres y mujeres deformes con muecas contrahechas que muestran aborrecimiento, odio y  desesperación. Se rodea, como en un mal circo, de personas que le constaten que en tierra de ciegos el tuerto es rey.

No, no será.

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