4T, México, Política

El tiempo que nos tocó vivir

México 2020, cuando las palabras no se refieren a lo que nombran: legalidad, democracia, justicia, feminismo, país, comunismo… cascarones de un México pasado que hoy encuentran un nuevo significado.

Sacudidos después del embate que representó la llegada de un nuevo gobierno, personas y grupos de diferentes ámbitos no atinan aún a entender el nuevo país en el que estamos; siguen interpretando y juzgando el México de hoy en los mismos términos en que lo hacían años atrás, no existe en su esquema mental esa capacidad de cambiar y actualizar su visión hacia distintas formas de pensamiento.  Se mantienen inmovilizados en posiciones que aprendieron, aprehendieron y no alcanzan a deshacer.

Es preocupante que  ese pensamiento lateral, divergente, del que habla Edward de Bono por ejemplo, no encuentre cabida en el discurso opositor actual,  la creatividad, ingenio y perspicacia en la elaboración de pensamientos no existe, trabajan únicamente con conceptos e ideas fijas y de ahí su limitación a entender nuevas formas que suceden y que les avasallan. Sumado a esto el manifiesto clasista y de menosprecio con el que ven a cualquiera que apoye la 4T les mantiene alejados de la circunstancia de hoy.

Decía Ortega y Gasset: “yo soy yo y mi circunstancia…” con toda esa carga que plantea la vivencia cotidiana de lo real y con esa intencionalidad de resolver la vida misma. El modelo de oposición política que tenemos hoy en México no asume esa causalidad, se ha quedado sin futuro por no adoptar la segunda parte del aforismo orteguiano: “…y si no la salvo a ella no me salvo yo”

Se habla de comunismo sin saber el significado del concepto, se “cree” algo, se “oyó” algo pero suena bien usar el término con tufo de años 50 y guerra fría para referirse al gobierno actual. Lo que es cierto es que hoy hay un grupo de mequetrefes conservadores, de arcaicos ultracatólicos, de ignorantes consumados que usan el término como planteamiento de sus quejas en contra del proyecto actual. Un grupo ruidoso encabezado por algunos empresarios del Bajío y Nuevo León y con una vocería golpista a través de medios y comunicadores, que, indignados por dos temas: uno económico, la reforma fiscal (que no es tal) que les obliga a pagar impuestos que evadieron históricamente, la incorporación del etiquetado de alimentos y la recuperación de la educación por parte del estado; y otro religioso/social que es el avance y articulación de derechos de diferentes tipos en la legislación (aborto, sociedades de convivencia, derechos laborales para trabajadores domésticos, movimiento LGBT); les significa un ataque a sus creencias y modos de vida que les lleva a manifestar en sus carros y tiendas de campaña entonando el himno guadalupano y lanzando loas a cristo rey.

Se habla también de democracia y añoran una que solo en sus cabezas existió, a esta oposición se le ha olvidado la historia de los últimos 80 años en este tema en México. Hoy, en medio de su cinismo, no entienden cómo la consulta popular se incorpora a ella y a cambio se le mira como “imposición del dictador AMLO” (no importa que el concepto se haya incorporado a la constitución desde el 2012 (artículo 35), no importa que a través de medios como este o el referéndum o plebiscito, se definen políticas públicas en muchos países occidentales. 

Se habla también de legalidad, del legalismo de abogado que tradicionalmente ha beneficiado a pocos, al que puede pagar por justicia y en cambio no se concibe el nuevo ánimo social que dice no, eso no es legalidad, no más ley guiada por el algoritmo de libro y componenda. Legalidad y justicia será recuperar la memoria histórica reciente y juzgar lo que se hizo mal.

Se habla de feminismo por parte de esta oposición con la gran desfachatez que conlleva ser quienes han agraviado histórica, sistemática y bajo políticas públicas a la mujer, quienes se han opuesto a sus causas y que hoy se asumen como los defensores del género. ¿En qué cabeza cabe (sí, en la de estos) que los conservadores están o en algún momento han estado a favor de las mujeres? Pero, sí, también hablan ahora de feminismo vaciando el término de su realidad.  ¡En tiempos de revisionismo de doctrinas morales los cínicos hombres y mujeres “de bien” hablando de feminismo!

Se habla de país. Qué paradoja, se atreven a hablar de país los que han ninguneado y saqueado el territorio, sus bienes y los gravámenes que genera, quienes han escupido en los esfuerzos y sudores de campesinos, obreros y profesionistas, los que se avergüenzan del origen indígena, negro, mestizo y criollo y se asumen superiores, los que han ocupado puestos públicos de los que se han servido en vez de servir; todos estos hablan de un país sin decir que está devastado por ellos mismos, que la suma de sus actos es el país de hoy.

¡Si no cambian, hoy el país no los necesita, ya fueron, ya hicieron!

Hoy el concepto de País que se intenta construir es distinto, es uno que habla de igualdad, de hermandad, de oportunidades para todos los que aquí habitamos, esquemáticamente es una tabula rasa para construir en esta transformación que se ha planteado y de la que se burlan e ironizan.

Cada paso que ha dado este gobierno ha sido criticado, sea lo que sea, con razón o sin razón, esta oposición ha usado todos los medios y recursos a su alcance; ¿ha logrado permear su mensaje?  No en quienes adoptamos el proyecto como un esfuerzo a construir, sí en quienes se consideran descobijados de sus prebendas históricas y sí en los cortoplacistas.  La polarización es real, nunca lo había sido tan claramente expresada, de un lado los que han saqueado el país, del otro los saqueados. Y como en el infierno de Dante, los indiferentes e indecisos en el ante infierno, corriendo desnudos eternamente.

Y hoy la oposición por no entender ya el lenguaje y no tener capacidad de darle un nuevo significado es que es insustancial, ya se les dijo moralmente derrotados, hay que decirles también que ya tan solo representan la tristeza de tiempos pasados.

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