México, País, Polarización, Política

Polarización a la mexicana

“Hay una elite política y económica que paga a los medios de comunicación para que le describan la política que usted debe oír”

Polarización, palabra de moda que hoy se usa en México para acusar al Presidente López Obrador al hablar de ciertos asuntos. Palabra que parece existir a partir del triunfo de la 4T de hace 3 años.

Argumento falso, ingenuo, hipócrita, tan cínico que tiene su origen en los grupos conservadores opositores, porque… suena duro y solo requiere una palabra que la hace fácil de ser captada por su séquito, y es el tipo de argumentación que no necesita siquiera conjugarse en un párrafo, basta con decirla para que en el imaginario antagonista se infiera que es el agravio al “fifí” por parte del “chairo” mayor en la presidencia.

Es parte de la naturaleza que las identidades de cada persona busquen la identificación con grupos afines, las coincidencias en preferencias deportivas, musicales, en lugar de origen, en rango de edades o cualquier otra, provocan de manera casi instintiva la consonancia en comunidad. ¿Es polarización la que se da entre los que van con un equipo de futbol y los que van con otro? Obviamente no, es tan solo identificación por afecto, gusto, temporalidad o cualquier circunstancia así.

Entonces, si la polarización no se refiere a estas diferencias de la vida cotidiana, revisemos qué pasa con hechos que sí dividen de manera profunda a la sociedad en su conjunto:

Con datos acumulados de la ONU a través de su Informe Regional de Desarrollo Humano, al cierre del año 2019, la desigualdad económica en México se expresaba en que el 1% más rico de la población acaparó el 29% de todos los ingresos del país. Y abriendo ligeramente el abanico, el 10 % más rico concentra el 59% de los ingresos totales. Esto sí es polarización.

También al cierre de 2019, con datos de OXFAM y El Colegio de México, sabemos que en los 10 años previos, casi 3 millones de personas se sumaron a la pobreza en México, en gran medida por sus características étnico-raciales, esta investigación reveló que la lengua, el tono de piel y el origen étnico son factores que supeditan la desigualdad dentro de las familias y su órbita social y su presencia en medios de comunicación. Esto sí es polarización.

La medición de CONEVAL al cierre de 2020 dice que la población mexicana en pobreza representa el 43.9% y la de pobreza extrema el 8,5%. La población vulnerable por carencias sociales y por ingresos constituye más del 32%. En resumen, tan solo el 23.5% de los mexicanos no están en los rubros de pobres o vulnerables. Esto sí es polarización.

Las expresiones  clasistas como «prieto», «indio», «naco», «gato», “moreno”, “chairo” etc. con que se busca discriminar a las personas por su color de piel en un país como México en donde menos del 5% es de piel blanca; evidencian las actitudes diarias con que se normaliza el racismo en México. Esto sí es polarización.

Todas estas situaciones mencionadas arriba y que son hechos, datos duros, han provocado dos visiones de país, una de ellas minoritaria: conservadora, a favor del status quo anterior al gobierno lopezobradorista, racista, clasista, conforme con la enorme desigualdad y que se privilegia de los beneficios en manos de unos cuantos, pero sobre todo, con un profundo desamor al país. Y otra visión mayoritaria: que es la que encabeza el proyecto actual de gobierno que busca incidir en amortiguar la desigualdad y brindar oportunidades para todos independientemente de su raza, clase social, género y origen. Dice López Obrador: “Todos los seres humanos tienen derecho a vivir y ser felices.”

Hay una enorme diferencia entre estas dos visiones, son dos posturas ideológicas que se contraponen y que hacen parecer como polarización lo que es simplemente desigualdad.

Matemática y estadísticamente un modelo de polarización implica dos lados iguales que se oponen, así que tampoco en este tipo de medición el caso actual mexicano está polarizado, porque el apoyo del presidente López Obrador es mayoritario, todas las estadísticas serias le dan entre un 60 y un 70% de aprobación, las voces en su contra son mucho menores a las de quienes le defienden.

La diferencia es que aunque sean menos los opositores, son ruidosos, son intereses en medios de comunicación, líderes de opinión, grupos económicos, financieros y empresariales acostumbrados al saqueo de recursos via concesiones y evasión y exención fiscal, partidos políticos y abajo firmantes con muchos seguidores que vivieron por décadas del presupuesto y del chayote, son algunos que por muchos años se hicieron pasar como «progresistas» y que finalmente se decantaron por el canto del dinero y la corrupción. Ese ruido que hacen es el que hace parecer una división a partes iguales, el ruido que generan iguala la voz mayoritaria, y es por eso que a pesar de tanto ruido electoralmente se muestran en su medición real. Podemos escuchar gritos de lo que queda del  perredismo cuando en las últimas elecciones estuvo a punto de perder su registro al haber tenido una votación del 3%, ¡ah, pero cómo hacen ruido! Gritos y sombrerazos del PRI y PAN cuando su suma no es siquiera la que obtuvo MORENA, ¡ah, pero qué ruido hacen!

Estos ruidosos extremistas que no aceptan al otro, al que siempre vencieron y siempre robaron; son quienes colocan en los medios la idea que dice que el Presidente López Obrador polariza a la sociedad cuando los describe como catrines, fifís, conservadores, bloferos o wanabis. No, la desigualdad económica es la que marca dos posiciones, el gobierno y la mayoría del país está de un lado, y los conservadores beneficiados por la corrupción del otro. La desigualdad no es de hoy, es histórica, pero estos antagonistas nunca la quisieron ver y para seguirla negando le llaman «polarización», y  esta es la historia.

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