Se sabe que nos proponemos cambiar el sistema social, puesto que no hacemos misterio de ello. (Santiago Carrillo)
Más allá de los datos duros que tenemos para decir que hemos transcurrido uno de los mejores sexenios en la historia de los últimos cien años en México; los hechos, decisiones o ideas sembradas, la idea de que el sueño de muchos se convierte en realidad, la representación de que la esperanza sustituye a la sombra de la marginación y pobreza, es el logro más importante de este momento histórico.
Mucho se ha hablado de los resultados de gestión del primer gobierno de la llamada Cuarta Transformación, en la actualidad hay múltiples fuentes de las que se puede obtener amplia información válida y sustentada, la constatación de los datos públicos es sencilla de obtener; el espacio que queda para la oposición -negacionista del favorable saldo en casi todos los temas- es muy escaso; invariablemente los vemos, leemos y escuchamos caer en la especulación, la mentira y la desinformación para defender su idea de fracaso (como atributo del otro y no del propio) de este sexenio.
Como dijo el Rey Salomón: “Nada nuevo bajo el sol”; la infame narrativa continuará pero los datos son los datos, sin duda habrá que hacer un resumen antes del 30 de septiembre en que concluye el mandato del presidente López Obrador, será a manera de fe de hechos y para la memoria colectiva, sin embargo ese es otro cantar porque ahora a lo que va esta columna: lo que los datos duros no dicen y ha sucedido en estos 6 años.
El paradigma: No solo se cambió el concepto del significado de paradigma como tal, es decir se da un cambio de un paradigma existente o mecanicista (así son las cosas, así ha sido siempre y así será) a un nuevo paradigma en proceso de formación (una forma distinta de hacer las cosas, la historia explica cómo llegamos aquí, nada es para siempre).
No solo eso, además del cambio conceptual del paradigma o canon –filosófico, intelectual- en los hechos se modificó también el arquetipo preexistente en la política y sociedad mexicana, la forma y la idea en que se pensaba la realidad mexicana, pasamos del: así nos tocó, los mexicanos somos flojos, sucios e ignorantes y necesitamos la ayuda del hombre blanco europeo, el pobre es pobre porque quiere, etc. a: la situación mexicana en el 2018 se explica como heredera de las crisis históricas a que nos sometieron como Nación, particularmente la creada por las élites que irrumpieron en el neoliberalismo de los 6 gobiernos anteriores, y por lo tanto tiene una explicación y una solución que beneficia a las mayorías.
Los datos no cuantifican la cauda de ideas y conceptos que en la práctica se introdujeron como necesidades del estado mexicano y de los ciudadanos mexicanos (porque a veces es lo mismo pero no es igual) pero aquí algunos:
- El intento de la prohibición del glifosato, el herbicida patentado por la empresa Monsanto en 1974 y clasificado por la Organización Mundial de la Salud como “posible cancerígeno”, (le dicen posible porque la OMS tiene que ser políticamente correcta para no lastimar a las grandes trasnacionales de los químicos y venenos que contaminan el planeta y enferma a la población) pero es cancerígeno y es tan solo un asunto de negocios (business is business). Un gobierno preocupado por la salud de los ciudadanos.
- La prohibición de importación de productos agrícolas transgénicos –particularmente el maíz. Esta es una de esas luchas de Davides contra Goliaths porque es un enfrentamiento directo con las empresas estadounidenses productoras y México como segundo país comprador del –comprobado científicamente- peligroso producto. La oposición de grupos de interés mexicanos y despachos de abogados a esta prohibición es la más clara muestra de la traición a lo que debería ser importante para todos, la salud de la población. Un combate a las decisiones de otros países y empresas extranjeras que vulneran a México.
- El desnudar a la intelectualidad y líderes de opinión que por décadas –al amparo de los billetes que les llenaban sus carteras- mintieron sobre la realidad de los hechos, las causas y consecuencias de las decisiones de gobierno. Aquellos que fueron ciegos a la venta de las empresas públicas y a las legislaciones que acotaban la soberanía nacional. Esos grupos de comunicación y sus caras públicas que aún hoy pululan en las pantallas y periódicos. Haberles exhibido como los farsantes de la comedia de rapiña que representan. Un gobierno que explica la mentira de la narrativa del PRI y PAN.
- El exponer el modelo de evasión de impuestos con el que los “grandes y reconocidos” empresarios del país construyeron su riqueza. Un gobierno que se preocupa por los recursos que son de todos los mexicanos.
- El potente símbolo de la venta del avión presidencial -con el que Felipe Calderón quiso embelesar a Enrique Peña Nieto y comprar así su silencio- como desprecio a la ostentosidad en que se conducía la “magnificencia gobernante”. Un gobierno que clama por la austeridad en el gasto público.
- La desaparición del PRD como partido político: la idea de que decirse de izquierda siendo derechista, de coludirse con el rancio conservadurismo y las élites económicas de rapiña para legislar en contra del País, el entendimiento de que los partidos políticos pueden ser propiedad privada de un trío de chuchos que mantienen a un séquito de wanabis y reaccionarios de closet. Un gobierno que con sus hechos exhibió la hipocresía de los medias tintas.
- El abrir el concepto de libertad de expresión en la mayor amplitud del término, incluso ante el libertinaje que se tomó la oposición de insultar como forma de expresar sus ideas políticas. Nunca como ahora la libertad de expresión es la herramienta consustancial con el ser ciudadano. Un gobierno en defensa de las libertades.
- La cancelación del aeropuerto de Texcoco, como dice Jiménez Espriú en su libro La Cancelación: el pecado original de AMLO. Porque con ello marcó su territorio, dijo esto dije que haría y esto hago; se acabó con ese acto la preeminencia del poder económico por sobre el bienestar del país. Ante una obra mal concebida que ni financieramente, ni técnicamente y mucho menos ecológicamente, tenía viabilidad; se marcó el rumbo de una nueva manera de conducir el país. Un gobierno que dice que las decisiones las toma quien es elegido por el pueblo y no por las élites económicas.
Pero falta hablar de dos aspectos cruciales, contundentes de lo que significa el gobierno actual:
El primero es que sentó las bases para el futuro; hay un antes y un después claramente sustentado; México cambió de una manera que muchos pensamos podría suceder y que unos cuántos se niegan a reconocer. Un gobierno que nos prepara para el porvenir y que no se agota en su ciclo sexenal.
Y segundo y más importante, López Obrador tuvo la visión de hablar y conducirse con paridad de género en la política y haber provocado que una mujer sea nuestra próxima Presidenta (así, con A). Y esto es mucho, y esto México y la historia lo recordarán. Un gobierno para todas y todos.