4T, México

Adiós y gracias.

La última y nos vamos.

Esta columna, la última en este tramo histórico, pude no haberla escrito, ya todo está dicho, las cartas, desde hace tiempo, están sobre la mesa y cada quien conoce el juego que construyó. México es un país distinto al de hace 6 años, evolucionó bajo un proyecto disruptivo y transformador que modificó formas esenciales de gobierno, de cultura y de sociedad.  Esta columna la escribo porque es necesario explicar dos palabras: Adiós y Gracias.

Hay varios adioses de qué hablar, empecemos por el principio (frase que no dice nada y dice todo):

Adiós Presidente. Llegó la hora de su partida, el martes le regresamos la libertad de su tiempo y espacio que tuvo a bien darnos durante seis años. Cuando empezó su gobierno usted dijo que cuando terminara su sexenio se retiraría de la vida pública y regresaría a su pueblo. Sus malquerientes han dicho, no una, sino mil veces, que usted se reelegiría y que se convertiría en el nuevo dictador del país, en esta apreciación fallaron también, como lo han hecho en cada una de sus hipótesis sobre su gobierno y sus políticas. Deben estar comiéndose las uñas en estas últimas horas para que les cumpla el fario y no queden -una vez más- en el ridículo de no haberle atinado a nada.

Pero, así como dicen una cosa, dicen la otra; precisamente la opuesta, sin darse cuenta de la contradicción permanente en que ha transcurrido la vida sexenal oposicionista. No se irá porque es dictador, pero se va porque ya ellos le ordenan que se vaya. Y así, con eso de que les gusta endiosarlo cuál mesías krauziano, “In saecula saeculorum”

Decir adiós es esencialmente una despedida, una que hay que hacer ahora que se retira; para mí y sé que para muchos más, decirlo es algo hondamente nostálgico, implica por necesidad que hay que asumir la conciencia de que no estará; significa que pensar en el compañero Andrés Manuel será pensar en el silencio y la ausencia. Pero esa ausencia será para quienes nos quedamos satisfechos con su trabajo, para usted es la tranquilidad del retiro después de la tarea cumplida.

Adiós también a su estilo de gobierno, ese que rompió los esquemas tradicionales del boato y la ostentación; y si dejo de personalizar lo que me significa decirle adiós, me quedo con esto: se va una forma de plantarle cara a quienes desean que le vaya mal a este país; una forma de ponerles un espejo al frente que refleja su miseria clasista.

Gracias, es la otra palabra de la que hay que hablar, cuando Octavio Paz recibió el premio nobel en 1990 inició diciendo lo siguiente: “Comienzo con una palabra que todos los hombres, desde que el hombre es hombre, han proferido: gracias. Es una palabra que tiene equivalentes en todas las lenguas. Y en todas es rica la gama de significados…”

Gracias por el resultado de su trabajo, por haber sacado de la pobreza a millones de mexicanos, por haber logrado disminuir la desigualdad; con esas dos cosas sería suficiente para que se retire con el agradecimiento público, sin embargo, hay mucho más, resalto la revolución que sus políticas provocaron en el reparto de la riqueza nacional, logró lo que decían que no se podía al modificar la distribución de los recursos públicos.

Le agradezco también por “aguantar vara” de los que no le (nos) quieren, de los que evaden impuestos creyendo que es la forma «inteligente» de hacer negocios; de los que en los sexenios anteriores  se sirvieron con la cuchara grande de los presupuestos públicos y se llenaron de riquezas y concesiones; de los que venden su pluma para, en su “libertad de expresión”, decir o callar lo que el que les paga ordena; de los más papistas que el papa; de los más españolistas que el Cid campeador; de los vendepatrias en general que prefieren que las empresas públicas se transfieran al extranjero; de los whitexicans, wanabis y demás fauna.

Por mi parte, también yo digo adiós, esta es mi última columna; con esta concluyo mi comunicación semanal de manera escrita en mi blog https://dedogmasyrenuncias.com/ . Cuando inició este gobierno y entendiendo su origen y las vicisitudes a las que se enfrentaba, supe que, para mí, sería necesario hacer la crónica semanal de los temas y eventos que se presentarían. Sabía que nos encontrábamos acompañando a un modelo político y social que trascendería por sobre la historia de las últimas décadas del país, un esquema nuevo, radical, que “finalmente” ponía por delante el beneficio de las mayorías.  

La selección de las columnas más pertinentes y que en conjunto plantean lo que sucedió en este sexenio dieron forma al libro que acabo de publicar https://nonosllamenchairos.com/

Y también digo gracias, por la oportunidad de haber sido ciudadano partícipe de este movimiento transformador; por habérseme permitido estar de este lado de la historia, ese lado que piensa que México es grandioso y que tenemos los recursos para ser un mejor país, que sabe que no es que falte dinero sino que sobran neoliberales; que sabe que el mundo se rige por el poder económico de élites económicas con la fuerza suficiente para comprar gobernantes pero que hay un pequeño resquicio de dignidad y soberanía al que apelar y por el que luchar en todo momento para alejarnos de ello. Eso es lo que hizo este gobierno y esta es mi participación.

Leonard Cohen escribió: “A veces uno sabe de qué lado estar simplemente viendo quiénes están del otro lado”. Esta sacudida transformadora que vive el país nos llevó a situarnos de un lado o del otro, muchos, la mayoría del país -como lo hemos visto en los resultados electorales- bajo una politización que nos recuerda la historia, nos explica el presente y nos da fortalezas para el futuro; y los otros, los menos, los que derivado de su cerrazón, ingenuidad y clasismo han perdido de manera muy importante representación política, bajo una polarización que les enfrenta al otro, al que no piensa como ellos.

Si hay que hacer un corte de caja, un balance para saber si valió la pena la exclusión social, laboral y familiar- que muchos padecimos- por parte de esos menos a quienes somos más, la respuesta solo la tiene cada uno porque las consecuencias fueron de muchas magnitudes, violencia económica, psicológica o física; en mi caso para mí la respuesta es muy clara, sí, sí valió la pena. Muchas personas entendieron el cambio, entendieron sus virtudes y a pesar de no estar de acuerdo en poco o en mucho, respetaron el intercambio de ideas, permitieron el diálogo entre partes y se atrevieron a argumentar con el otro, a esos hay que agradecerles su acompañamiento. Hubo quienes optaron por la indiferencia, el apartamiento o el pleno agravio, a ellos también mi agradecimiento, me dieron una lección de vida, nadie sobró, pero también nadie faltó.

Y concluyo con las gracias a quienes han leído, compartido y comentado estas columnas, casi medio millón de lecturas, es muy satisfactorio haber conocido en redes sociales y en persona a grandes compañeras y compañeros en este movimiento que es de todos; incluso de los que no aceptan que sea de ellos pero que sí disfrutan de mejores ingresos, prestaciones y que van a formarse a recoger los apoyos sociales que este gobierno convirtió en derechos para todos y llevó a la Constitución.

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Un comentario en “Adiós y gracias.

  1. Avatar de Enrique Acosta Enrique Acosta dijo:

    hay que pensar que aún hay mucho por hacer! Gracias!! Pero sería muy reconfortante saber que seguimos contando con grandes “plumas de pensamiento realmente honesto y con gran profundidad social”

    ojalá y ud. Pueda continuar con ese gran periodismo por el bien de todos nosotros los mexicanos! Gracias!

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