México, Oposición, Panismo, Seguridad nacional, Traición

Entreguismo.

“Estaremos agradecidos de contar con ustedes en nuestro país. Si está en sus posibilidades, realicen su regalo de forma monetaria en nuestra cuenta de banco”

Nalgas prontas

A México le duelen las traiciones, le duelen las deslealtades, tan le duelen que invariablemente las cobra. La historia de nuestro país está cargada de traiciones, deslealtades y fraudes. Seguir nuestro propio destino sin la intervención del invasor, del extranjero y del traidor, no ha sido fácil para el país. Antonio López de Santa Anna vendió a estados Unidos la mitad del territorio nacional en 1848. Porfirio Díaz permitió que potencias extranjeras a través de sus empresas se adueñaran de las minas, petróleo, costas y otros recursos naturales. La traición de Victoriano Huerta llevó al asesinato del presidente Madero y del vicepresidente Pino Suárez. Los conservadores mexicanos viajaron a Europa para ofrecer a México a Maximiliano. Traiciones que dejaron huellas profundas en nuestra patria.

La historia se repite, como tragedia primero y después como farsa una y otra vez.

Los conservadores de hoy no cambian, tienen los mismos principios de deslealtad al país, venden hasta a su madre con tal de obtener algún beneficio para sí mismos. Para sus fines, ven al extranjero como el sujeto a quien acudir ante la pérdida de privilegios; se regodean si les visita algún foráneo, se satisfacen en su mental equiparación con el de fuera, con la “blanquitud” del güero, se deleitan con el capital que ven en sus billeteras tras la venta de sus hijas e hijos, así que el que lo hagan con la soberanía o con una idea de Nación no debe sorprendernos. Tenemos que sacarlos de las decisiones públicas, no podemos dejarlos volver a gobernar, es una obligación moral, ética y ciudadana.

Xóchitl Gálvez, la insustancial candidata perdedora de la oligarquía, la derecha y el conservadurismo, de esa “gente bien” a la que sirve y quienes se burlan de ella; tuvo sus 15 minutos de fama en una reciente gira en Estados Unidos, visitó a todos aquellos que le dieron audiencia para denostar no solo al gobierno sino al país, para ofrecer los recursos naturales, la electricidad, el petróleo y el litio a cambio de la intervención de ese país en los asuntos electorales de México. Sería algo muy peligroso si sus números le alcanzaran para que la elección fuera peleada, que los votos que obtendrá se acercaran a los de Claudia Sheinbaum; afortunadamente no hay ese riesgo pero el mensaje que siembra es claro: Les avisa a sus interlocutores que si intervienen -de alguna manera- en las próximas elecciones para evitar la continuidad de Morena, serán recompensados con la soberanía y los bienes nacionales.

Y eso se llama traición, el artículo 123 de la Constitución la regula y penaliza: … I.- Realice actos contra la independencia, soberanía o integridad de la Nación Mexicana con la finalidad de someterla a persona, grupo o gobierno extranjero;… X.- Solicite la intervención o el establecimiento de un protectorado de un Estado extranjero o solicite que aquel haga la guerra a México… XII.- Trate de enajenar o gravar el territorio nacional o contribuya a su desmembración.

Y hay mexicanos que aplauden a políticos que van a Estados Unidos o Europa a pedir que sus gobiernos intervengan en las decisiones mayoritarias de los mexicanos, a ofrecer la soberanía de México a cambio del apoyo extranjero a sus intereses, y esos mexicanos aplaudidores hoy son los próximos votantes por pri, pan y prd en la figura de la Sra. Xóchitl Gálvez, la de las gelatinas, “la niña pobre otomí” que se enriqueció con contratos de gobierno. ¿Y el país? Pues el país les vale un sorbete, su soberanía un pepino y su futuro solo lo vislumbran en un yes sir, yes sir al ritmo de le vendo mi país.

Una mujer que, en lo que parece ser una adolescencia tardía, se ve en búsqueda de identidad, de la que sea, dispuesta a la deslealtad, actuando como la marioneta de grupos económicos y políticos que la mandan a ofertar lo que nos pertenece y representa el futuro generacional. Una mujer que juega a ser “indígena” y que no es sino el ariete conservador que busca el regreso a un neoliberalismo rapaz y vende patrias.

La ironía del caso: la historia de Xóchitl Gálvez es, a la vez, la de un fraude y la de un éxito. Un fraude en el sentido de su persona y circunstancia, y un éxito en cuanto a notoriedad, esa mujer gris y desconocida saltó a los titulares de los medios a quienes representa con la única consideración de que lo importante es que se hable y no de qué se hable. No ha subido ni un punto en las encuestas pero sí, como es “famosa”, en el conocimiento de la gente, mientras sonríe bobaliconamente y da enfermizos brincos, no importa que una vez que la conocen la desprecien. No pudo, a lo largo de estos meses, construir su propia marca, alguna identidad o proyecto individual que le reconozca algún atributo; después del 2 de junio pasará al olvido.  Pero mientras tanto la dedican a la sucia labor de la traición y de ir a Estados Unidos a alimentar la narrativa anti mexicana.

Una cosa es ser pazguata y otra ser traidora, en resumen, la peor candidata presidencial de la historia será referida como la que fue a arrodillarse a Washington a pedir a los estadounidenses que intervengan; si tuviera un gramo de inteligencia sabría que su comportamiento es el de una marioneta que responde a  oscuros, oscurísimos, intereses que – y no son los suyos- solo la enriquecerán mientras la envían al lodazal. Las encuestas la seguirán castigando, la historia no olvidará su traición.

¿Y cómo le «cobraremos» la afrenta? Si ella y su equipo no lo saben aún, sus actos en Estados Unidos representan su suicidio electoral: descalificar a nuestro gobierno frente a un país cuya tradición, costumbre, historia y funcionalidad es injerencista; acudir a los grupos de las élites económicas, políticas y militares, a los «think-tanks» más reaccionarios del vecino norteño; la sacan automáticamente de cualquier entorno posible de triunfo; si antes solo un milagro la ayudaría, ahora ni eso sería suficiente. Veremos como a partir de ahora inicia su mayor declive en las encuestas.

Y preparémonos, ya anunció que va a España, su previsible agenda bien puede incluir pasar a saludar a Enrique Peña Nieto, a visitar a los fascistas de Vox, a las oficinas de Iberdrola a decirles que les regresará sus plantas de energía si le echan la mano, a acudir a los medios que le den audiencia siempre y cuando ella les de material anti-México.

¿Cómo llegó a este descaro la oposición mexicana? Remember Maximiliano y el Cerro de las campanas.

Estándar