México

Relato matinal del desvestimiento.

A la Verónica de nuestra playa.

Oscuro y lechoso de alba y mar estática

en tanto dentelladas de oculto oleaje,

horadan largas piedras que inertes yacen

bajo pies escondidos de acariciarlas.

Sobre la piedra que quema, piedra y yo

sobre el agua la luna agotada y tú

duermes, los naranjas optan encender

brisas suaves de inaugurantes canículas.

Naturaleza trastornada que perturbante conmueve

en nocturnas tormentas de recio calor, agua y chamanes

como ayer todos los días, sutiles preparan la escurriente

luz que disimula suspiros de soplo rojo y aguafuertes

se tiende el sol y desnudamos emancipados anhelos

la oración matutina desvestimos sin guardar recelo

naciente contraluz que libre asoma penetrados cuerpos.

Amanece con lienzos teñidos que

inacabados dibujan largas puertas

recorren hasta el perfil de tu abertura

hasta estacionar su estruendo en tu cascada.

El arenal de cuerpos y caracoles

torcido sablón que cálido acompaña

al enjuagar de la piel nuestra salmuera

tu balanceante rabel en mi mirada.

La calle adoquinada transcurre descalza y luminosa

ruido y fuego, tendajones  que ofrendan hartas mercancías

pieles ardidas de color grana en pequeña indumentaria

bulla y luces oscuras adornan ruidosos danzarines

nocturnidad que antecede el ritmo de sensuales afines

ellas y  nosotros, fornicantes jácaras amorosas

con ellos corazón de la lujuriosa humedad del ponto.

Y tanto amanecer oscuro y en silencio.

Estándar

Deja un comentario